Muchas veces una película se hace popular por la inclusión de algún actor o actriz en el rol principal, o a veces sucede lo contrario, sin embargo, llega un momento de frustración, enojo, o desencanto con el proyecto que lleva a los intérpretes a querer renunciar sin importar qué tanto hayan avanzado. Sí, nadie puede negar que a veces es una simple estrategia de negociación para sacar más dinero de su trabajo, pero otras veces esto va más allá.
¿Se imaginan a Hemione sin Emma Watson o a Gandalf sin Ian McKellen? Esto estuvo a punto de suceder, pero para fortuna de las películas y también de nuestro disfrute los productores llegaron a un acuerdo con ellos para que continuaran en su labor. Hay muchos casos más como estos, así que descubrámoslos.