El primer día de rodaje tardaron más de ocho horas en terminar de ponerle el traje y maquillar a Jim Carrey, quien expresó su incomodidad por el atuendo y los lentes de contacto amarillos que lastimaban sus ojos. Por ello le dijo al director Ron Howard que renunciaría a su papel, pero para fortuna de la producción, contrataron a un instructor que entrena a los agentes de la CIA para darle consejos sobre cómo sobrellevar la situación, y fue así como logró terminar la película.
Algunas razones suenan más lógicas que otras, pero sus personajes y la producción completa estuvieron en riesgo.