No es muy común que producciones mexicanas (hablando de películas y series en general) apuesten por la fantasía y el horror para desarrollar su trama. Desde la primera temporada Diablero demostró que se puede incursionar en estos géneros, algo que se agradece por la valentía de atreverse a tratar de desarrollar algo diferente a la comedia. La trama sí tiene toques cómicos, pero en su mayor parte nos lleva de la mano con momentos de suspenso y demonios que andan desatados por la Ciudad de México.
En su segunda temporada la historia se desarrolla principalmente en la búsqueda de Mayakén; a pesar de que desde la primera entrega lo buscan, los hechos condujeron hacia otro lado para terminar con un enfrentamiento (visualmente resuelto con mucha calidad) entre un demonio tipo siete y el ángel que llevaba Ventura (Christopher Von Uckermann). Pero ahora sí se le da continuidad a la investigación del paradero del hijo de Keta (Fátima Molina).
Cabe destacar que para la temporada de estreno hay personajes nuevos que añadirán ciertas cosas que impulsan a los cuatro protagonistas a continuar con su aventura. Y es que uno de los objetivos que buscan es ser personas normales, pero pronto se dan cuenta que el mal está afuera y sólo ellos pueden combatir esta fuerza. Esto incluye la llegada de un demonio llamado Ahuizotk, que no será pan comido como un tipo dos.
Hay que tomar en cuenta que esta temporada es más corta que la anterior, ya que en lugar de ocho episodios ahora son seis los que componen la nueva entrega y en su mayoría son capítulos que no pasan los 40 minutos de duración, por lo que aventarte un maratón de la serie es aún más fácil y la historia es más condensada para centrarse prácticamente en el objetivo principal desde el comienzo.
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