Entre 2008 y 2012 Joe Hill se dedicó a escribir las historietas de Locke and Key, en las que se relataba el peculiar uso que tienen ciertas llaves y la cercana y misteriosa relación que tiene con la familia protagonista: los Locke. Después de un par de intentos fallidos de adaptar este material a la televisión (uno con Steven Spielberg atado que nunca se realizó y otro de 20th Century Fox cuyo episodio piloto no convenció) Netflix decidió aventurarse en este universo y por fin darles salida a los cómics en pantalla chica.
La premisa parece sencilla: tres hermanos y su madre se mudan a una enorme casa que ha pertenecido a su familia por generaciones, pero que por alguna razón nadie quiere vivir ahí. En ese lugar hay llaves mágicas que pueden hacer diversas cosas, por lo que un ente maligno comienza a acecharlos para obtener los artefactos. El objetivo obviamente es proteger las llaves e impedir que la criatura las tenga.
El problema de esto es que en realidad la misión principal de los protagonistas es accidental, pero no se orienta correctamente hacia dónde deben ir los Locke y parecen flotar entre malas decisiones, arrebatos personales, enfrentamientos con su madre y el recuerdo poco esclarecido de su padre que falleció hace poco.
Darles una motivación clara a los personajes principales siempre es mejor que tenerlos deambulando a su suerte. En este caso no se sabe a qué trama poner mayor atención ya que abren varias y cada una tiene importante tiempo de desarrollo; además hay elementos presentados que parecen relevantes, pero que pierden mucha fuerza conforma pasan los episodios. En resumida cuenta: la historia sufre de saturación; hay infinidad de cosas que quisieron mostrar, pero para las producciones televisivas y también cinematográficas menos, es más; lo que equivale a que entre más delimitada esté la trama, mejor se va a poder desarrollar y más fluida se vuelve.
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