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    'Cruella': La explicación del movimiento punk que se desarrolla en la película de Disney

    'Cruella' encierra muchos easter-eggs históricos en su trama, desde tributos a David Bowie hasta Freddie Mercury, te contamos cómo era el Reino Unido en la década donde un grupo de jóvenes decidió ir contracorriente y cambiar al mundo con el arte.

    ¿Ya vieron Cruella? Seguro encontraron un ambiente más sombrío al acostumbrado a ver en las películas de Disney: vestuario, maquillaje, música, locaciones, etc. La estética reinante en el mundo de la enemiga número uno de los 101 dálmatas es interesante y transgresora para las costumbres de la compañía del ratón, que le da por censurar y remarcar muchos valores de la vieja escuela, mucho se lo debemos al director Craig Gillespiey su acierto al recrear la década más fructífera para la creatividad juvenil.

    Hablamos de los 70. El filme, que pueden encontrar en salas de cine y en Premier Access de Disney+, se ubica en Reino Unido, en una época donde la clase media obrera decidió romper con los aburridos pensamientos heredados por la avejentada sociedad; el gobierno conservador estaba a cargo del primer ministro Edward Heath y no había ventanas para la libertad, al menos no de forma legal. La pocilga donde Cruella (Emma Stone) y sus secuaces viven no está alejada de lo que fue real.

    SÍ HUBO FUTURO

    Así llegó el punk, jurando destruir lo establecido. Desafortunadamente, como ya lo planteamos al hablar sobre la música del filme, lucrar con los voceros del movimiento, los Sex Pistols, atentó contra la propia lucha. De gritar con rabia “No future”, inspiración para el maquillaje de Cruella en una de sus tantas apariciones ante la Baronesa (Emma Thompson), pasaron a ser los merolicos del pillo de su mánager Malcolm McLaren. De los primeros en odiarlo fue John Lydon, voz de los Pistols, y contraatacó con la creación de su grupo Public Image LTD, un paso a la vanguardia llamada postpunk. 

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    Cruella tiene un alma más radicada en esta etapa de la historia, cuando se rompió con las tradiciones a nivel general y se incorporaron muchos movimientos artísticos para cumplir con una creencia: “contenidos radicales exigen formas radicales”, recuerda Simon Reynolds en su libro Romper todo y empezar de nuevo. La juventud se rigió por el Do It Yourself (Hazlo tú mismo), el espíritu de autogestión que Estella utiliza para retar a la Baronesa, con diseños que distan de la elegancia mostrada por la santurronería y pretensión de la hasta entonces reina de la moda.

    Con la ayuda de Jasper (Joel Fry) y Horace (Paul Walter Hauser) montó su propia casa de diseño y utilizó corrientes urbanas para construir sus modelos. Tal cual los artistas lo hicieron en ese tiempo al estar en contra de los secuestros de las transnacionales, la corporatividad y la imagen del patrón. Crearon sus propios sellos o se aliaron con disqueras dirigidas por esquemas 50/50, tal fue el caso de Factory Records, casa de Joy Division, y Rough Trade Records. En esta misma escena, Cruella se rodeó de personas con la misma mentalidad, y aquí entra el dueño de la tienda de moda de segunda mano, evidentemente inspirada en SEX, la boutique punk de Vivienne Westwood, Artie (John McCrea).

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    ¡Es un claro tributo a David Bowie! El peinado muy al estilo de la etapa del álbum Aladdin Sane, el delineador y el rayo dibujado de forma minúscula en el ojo derecho tienen toda la intención de ubicar el legado del Duque Blanco en esta película. Bowie fue el agente disruptivo del arte: representó liberación sexual, ecuanimidad, personalidad, contracorriente, contracultura y todo lo opuesto a lo correctamente establecido hasta la fecha y se valió de todas las disciplinas visuales y sonoras, incluso hasta el día de su poética muerte. Artie es una persona abiertamente gay en la cinta, y tampoco es fácil que Disney se muestre tan inclusivo.

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    Los titulares como recurso visual y fashionista, más allá de ser encabezados de periódico, pudieron tomarse de la popularidad de los fanzines: propaganda creada especialmente en talleres e imprentas independientes con la intención de difundir la corriente underground, los grandes aliados de los emergentes, mucho antes de que NME y Rolling Stone se convirtieran en sus voceros. Lo considerado “basura” para algunos fue oro para otros y la escena del camión de los desperdicios y el vestido de retazos no pudo haber sido mejor alegoría a lo antes mencionado.

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    ¿Quiénes se beneficiaron de este sistema? Los músicos, escritores, modistas, declamadores, etc. Jon Savage, escritor y músico, se aferró a otorgar el mote de “new musick” a muchos colegas y se puede traducir como música enfermiza para gente similar, según precisa en su libro England’s Dreaming. Y sí era música zafada. Encontramos a Iggy Pop and The Stooges creando I Wanna Be Your Dog con claras referencias al masoquismo y fetiche sexual, y la androginia de Bowie en tiempos de homofobia extrema. Talking Heads, Bauhaus, Public Image LTD, The Cure, Siouxsie and the Banshees y The Fall forman parte del selecto grupo que usó tabúes, ácidos y anfetaminas para explotar su capacidad creativa pese a la estigmatización.

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