El último tango en París (1972) le trajo el éxito inminente a Bernardo Bertolucci. Nos cuenta el romance entre un viudo de 45 años (Marlon Brando) y una actriz veinteañera (Maria Schneider), que se encuentran casualmente en un departamento en renta. Tras un ligero cruce de palabras, dan rienda suelta a su instinto animal y tienen sexo.
La "fugaz" escena dura dos minutos, y no tiene música ni diálogos, sólo escuchamos el viento, respiraciones y el sugerente sonido de la ropa interior al rasgarse. Además de definir el tono de la película, cumple su función de intrigar al espectador-voyerista para que se quede a atestiguar los encuentros posteriores.