¿Hasta dónde llega el arte y cuándo comienza el maltrato? Muchos directores de cine utilizan 'el factor sorpresa' como un medio para sacarle al actor una reacción lo más natural posible. Normalmente, esto no pasa de pegarles un buen susto; pero hay cineastas que han ido más lejos y cruzado todo tipo de límite, llegando al extremo de maltratar, humillar e incluso lastimar a los actores que trabajan para ellos.
El más reciente caso es el de Uma Thurman, protagonista de Kill Bill, quien según The New York Times, fue obligada a realizar la peligrosa escena en la que su personaje Beatrix manejaba un auto convertible azul en México. De acuerdo con la publicación, la actriz había afirmado que Tarantino la había obligado a filmar la escena a pesar de saber que el vehículo estaba en malas condiciones y que eso había ocasionado que ella tuviera un accidente. Por si fuera poco, también corrió el rumor de que era el propio Tarantino el que sostenía la cadena con la que la actriz era ahorcada en una escena de Kill Bill, y que poco faltó para que la asfixiara.
Afortunadamente, cuando ya todos empezábamos a preguntarnos qué sería del cine sin Tarantino, Uma rectificó diciendo que el The New York Times se había equivocado, que todo era culpa de Weinstein y que deslindaba al director de toda responsabilidad, como puedes leer en esta nota.
Pero desgraciadamente, no ha sido el caso de otras actrices que han sido víctimas de directores que -por más talentosos que sean- han utilizado el pretexto del arte para ocultar su sadismo.