En la comedia dramática The Duke, dirigida por Roger Mitchell (Un lugar llamado Notting Hill), en 1961, Kempton Bunton es un jubilado conductor de autobús que recibe un pago semanal bajo, con el que lucha por mantenerse a él y su esposa. Mientras ve la televisión, escucha con atención e interés la historia sobre la intervención del gobierno británico para evitar que el millonario coleccionista de arte norteamericano, Charles Bierer Wrightsman, compre y se lleve fuera del país la obra de Goya, el Retrato del Duque de Wellington. La situación ofende y molesta a Bunton, quien siente que el gobierno invierte más dinero en conservar obras de arte que en la vida de los trabajadores jubilados. Por tal, decide llevar a cabo un plan para robar él mismo la pintura. Gracias a pláticas que tiene con los guardias de seguridad de la galería, Bunton logra llevar a cabo el golpe, confundiendo a las autoridades y enviando cartas al gobierno, donde establecía que regresaría la pintura si el gobierno invertía en organizaciones benéficas y en los sistemas de jubilación británicos.