Después de tres años de prisión, el Dr. Pavlov ha curado a Cruella de Vil (Glenn Close) de su deseo por los abrigos de piel, por lo que se le concede la libertad condicional, pero se le advierte que si la rompe, será enviada de regreso a prisión de inmediato y se verá obligada a pagar el resto de su fortuna, unos ocho millones de libras, a todos los refugios para perros en Westminster. Parece que el futuro de Cruella es prometedor, pues en cuanto sale, repara su relación laboral con su ayuda de cámara Alonzo y le pide que guarde bajo llave todos sus abrigos de piel. Pero su oficial de libertad condicional, Chloe Simon, sospecha que Cruella atacará de nuevo y la vigila como águila. En 102 Dálmatas, prueba que no ha cambiado en nada y empieza a pensar otro plan "furioso" para conseguir su último abrigo dálmata. La diversión y la aventura se aceleran cuando Cruella y los perros corretean por París.
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Una carrera corta
Sin manchas
Cruella de la vida real
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