Resurrección ocurre en las cercanías de la ciudad de Guadalajara, Jalisco, a 15 kilómetros hacia abajo del lago de Chapala, donde existieron las famosas cataratas de Juanacatlán. Un imponente paisaje y hermoso descenso de aguas, por años la zona fue conocida como el “Niágara de México”. Su salto era de poco más de 20 metros y abarcaba una distancia de 160 metros, en forma de herradura. Miles de turistas se congregaban en el lugar, entre junio y septiembre, fechas que alcanzaba su máximo caudal. Pero en la década de los años 70, un grupo de empresarios decidieron, con apoyo del gobierno y una cuota de dinero elevada, destruir la zona para establecer un corredor industrial que favoreciera su negocio. Esto provocó que las aguas se volvieran venenosas y la caída fuera desapareciendo, poco a poco. En la actualidad, las riberas del río muestran un escenario desolador y en ruinas; sin embargo, hay familias que no han podido moverse de la zona, mientras luchan día a día por sobrevivir. Familias que preservan la memoria de un lugar que, varios años atrás, era un ejemplo de belleza natural impresionante.