Desde que Brian De Palma lanzó su adaptación de Carrie en 1976, protagonizada por Sissy Spacek, el talento de Stephen King para escribir personajes infantiles fuera de lo común ha sido una bendición para los guionistas, directores y niños actores que han dado vida a las jóvenes creaciones del novelista en pantalla.
Los niños ficticios de King pueden ser conducidos por fuerzas sobrenaturales (El cazador de sueños y Llamas de venganza son ejemplo de ello), víctimas trágicas de algún mal indescriptible (Doctor Sueño) o, de vez en cuando, simplemente niños cotidianos que navegan en aguas turbias (como los siete amigos del Club de los Perdedores en It).
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A estos infantes se les da una mayor agencia, ya que King los equipa con un fuerte código moral y la capacidad de manejar lo que un adulto no puede, tal como lo demuestra Isaac Chroner, en Niños diabólicos, que se lleva a todos los pequeños del pueblo para inculcarles una perspectiva diabólica del mundo y llevar a cabo una auténtica rebelión.
El enfoque de King consiste en empoderar a los personajes infantiles a través de su habilidad para vencer al mal. En las décadas de 1960 y 1970 el niño se convirtió en un tropo del horror. Tanto las novelas como las películas de El bebé de Rosemary y El exorcista mostraban niños poseídos por el mal, es decir, eran retratados como objetos sin la capacidad de responder.
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A principios de la década de 1980, el niño como objeto controlado por el mal comenzó a cambiar, ya que los escritores y cineastas comenzaron a explorar la extrañeza, la complejidad y la otredad de los niños, sin inclinarse hacia la posesión del mal. Esto se puede observar en películas como The Changeling, Poltergeist y en la propia obra de King, El resplandor.
También podemos recuperar la obra literaria de Joe Hill, donde vemos reflejada la herencia de su padre. Los niños en lugar de ser únicamente el producto de sus padres, poseen el poder de responder al mal, en lugar de simplemente sucumbir a él como lo evidencia Finney (Mason Thames) en El teléfono negro, cuando confronta a su secuestrador (Ethan Hawke) en la adaptación de Scott Derrickson.
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En la historia de Salem's Lot, encontramos a Mark, el niño que con su fuerte deseo de actuar moralmente lucha contra la malvada presencia que se ha apoderado del pueblo. Los niños que vencen el mal es un tema recurrente en el escritor estadounidense. El propio King argumenta que la razón por la que los niños están mejor equipados para vencer las fuerzas del mal se debe al poder de su imaginación.
“Creo que de niños tendemos a vivir en este tipo de estado de sueño y lo hemos olvidado cuando somos adultos”, declaró King en una entrevista de 1989, emitida en Public Radio Book Show. “Lo que me interesa sobre la infancia es que se trata de un mundo secreto que existe según sus propias reglas”, una idea que es explorada en la más reciente adaptación, El teléfono del señor Harrigan.
