Las obras de Stephen King están repletas de monstruos y villanos memorables. El enorme perro en Cujo, los animales de Cementerio maldito, el payaso Pennywise en It, el Hombre Negro en La torre oscura, el escritor Jack Torrance en El resplandor, la lectora obsesiva de Miseria y la secta Nudo Verdadero en Doctor Sueño están arraigados en la cultura popular.
Sin embargo, en la más reciente adaptación cinematográfica de un cuento de King (que forma parte de la colección If It Bleeds), el elemento que encarna el peligro y la maldad no es una persona, un animal o un monstruo, sino más bien un objeto. El teléfono del señor Harrigan es una historia de terror sobre ser adicto a un teléfono inteligente.
La película, dirigida por John Lee Hancock, sigue a Craig (Jaeden Martell), un niño que se hace amigo de Harrigan (Donald Sutherland), un hombre mayor y multimillonario. Los dos forman un vínculo por los libros y un iPhone, pero cuando el hombre fallece, el niño logra establecer comunicación con su amigo a través del iPhone que fue enterrado con él.
El teléfono del señor Harrigan representa, en un tono muy similar al de La hora de tu muerte de Justin Dec, la tecnofilia como el uso exacerbado y la fascinación por la tecnología. Craig se enfoca extremadamente en el nuevo iPhone recién lanzado. Su instituto está en plena fiebre de los smartphones, hasta el punto de que las mesas de la cafetería están divididas por marcas (Razr, Apple, entre otras).
Pero también está el otro rostro de la moneda: la tecnofobia como el miedo y la aversión a las nuevas tecnologías. Esta tendencia ha sido retratada en películas del género; desde Cuando un extraño llama hasta Una llamada perdida, pasando por La llamada del diablo y Haunt, relatos en donde con cada nuevo timbre, te preocupas por lo que sucederá y nunca sabes realmente qué vendrá después.
Parte de lo que hace que la película funcione es cómo acumula sus sorpresas. No es un tipo de terror tradicional lleno de fantasmas (Cuando las luces se apagan) y monstruos (Historias de miedo para contar en la oscuridad), sino que toma algo que todos conocemos demasiado bien, el teléfono inteligente, y lo convierte en un objeto potencial de peligro y misterio.