A pesar del paso del tiempo, prácticamente dos décadas después, los actores responsables de dar vida a los personajes de J. R. R. Tolkien, incluyendo a Elijah Wood, Ian McKellen y Orlando Bloom, se siguen mostrando satisfechos, alegres y llenos de gratas experiencias de aquella época dorada cuando interpretaron a Frodo, Gandalf y Legolas, respectivamente, en El Señor de los Anillos.
No obstante, uno de los actores principales de la trilogía dirigida por Peter Jackson no tiene un recuerdo tan feliz como los demás. Se trata de John Rhys-Davies que, al prestar sus facciones para interpretar al Enano Gimli, experimentó un verdadero calvario en el set de filmación, debido a las muchas y engorrosas prótesis, la enorme cantidad de pegamento y plástico que constantemente tenía que utilizar en la cara.
El actor británico, que también hemos visto en películas como Indiana Jones y la última cruzada, El diario de la princesa 2 y Aquaman, reconoció haber vivido un rodaje particularmente desagradable, alejado del buen ambiente que podía reinar en el resto del equipo: “Me desfiguró tanto que me aislé y me volví paranoico, muy solitario”, sentencia en los comentarios de audio de El Señor de los Anillos: La comunidad del anillo. “No quería salir, tampoco cenar con otras personas. Quería estar solo, me daba vergüenza mi cara”.
Un poco más adelante, el intérprete de Gimli continúa evocando la alegre vida en común de los demás miembros del elenco, que lamentablemente no compartió: “Fue divertido ver a Sean Bean y Viggo Mortensen. A menudo salían a cenar juntos. Tienen la misma edad y los mismos intereses. Solo había uno que no se relacionaba con ellos. Era este hombre paranoico enano que no tenía piel alrededor de los ojos. Nunca me he sentido más avergonzado que durante esta producción”.
Aunque pasaba la mayor parte del tiempo solo, John Rhys-Davies (que formará parte del próximo filme de Indiana Jones al lado de otros talentosos actores como Harrison Ford, Mads Mikkelsen, Toby Jones y Antonio Banderas) aprovechó su larga estancia en Nueva Zelanda para dedicarse a una nueva afición: el canotaje. Así, al finalizar el rodaje, el actor había adquirido nada menos que 5 barcos para seguir practicando ese deporte acuático.