El primer avance de Bardo, del cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu, refuerza lo dicho desde que la crítica del festival internacional de cine de Venecia la destrozó, es cuestión de identidad. Tampoco se trata de defender al director de Amores Perros cuando el cine supone ser un lenguaje universal, sin embargo, la interpretación de bastantes secuencias apelan bastante al sentimiento de pertenencia y añoranza a la tierra que te vio nacer.
Quizá para foráneos hay una sensación de pretensión por la necesidad del autor por reimaginar su vida de forma surreal y excesivamente artística, con ayuda de Daniel Giménez Cacho como Silverio, el documentalista que se ve obligado a abandonar Los Ángeles, California, para volver a sus raíces. La historia de bastantes mexicanos, centro y sudamericanos; de africanos y refugiados de las guerras, hablando de Europa.
El avance es presentado con una rola de The Beatles bastante particular, "I'Am The Walrus", una composición que John Lennon hizo para burlarse de las excesivas interpretaciones de la música, prosa e historia del grupo. El video, de la misma forma. El director de Revenant, un viejo conocido de la música y la radio en México, ha tenido el acierto de usarla ¿de la misma forma? Sería excepcional que lo haya hecho después de la reacción tan dividida que causó.
De nuestra tragedia nace mucha esperanza. Es parte de la idiosincrasia del mexicano, al menos eso está muy bien plasmado en la representación de la batalla del Castillo de Chapultepec, donde los seis Niños Héroes, en 1847, fueron los únicos en oponerse al ejército estadunidense invasor. Su muerte, hasta ahora, es glorificada, la señal de valor más fuerte y de patriotismo que podamos encontrar en las páginas de nuestra historia. Nada como envolverse en el lábaro patrio y morir por nuestra tierra, ¿no?
Iñárritu recorrió el poniente de la CDMX y entró al barrio, al Salón Los Ángeles para hacer su propia versión bailable estilo Pulp Fiction (entre John Travolta y Uma Thurman), incluso entró a terrenos bíblicos con los clavos crucificando parcialmente a Silverio en un auditorio, que, si no nos equivocamos, es uno de los aspectos que más desagradó causó en los pocos espectadores que ya la vieron. En general, usar metáforas religiosas suelen herir bastante susceptibilidades o sacar de contexto el mensaje.
"Emigrar es morir un poco", le explicó a El País, Iñarritu, "Lo que descubrí a lo largo de estos años es que las narrativas que unen a países enteros, las historias que nos infunden desde nuestra niñez, siempre están interpretadas por nuestro sistema nervioso. Estás construido dentro de eso. Nos da identidad, sentido de pertenencia y poder colectivo", agregó. Bardo se estrenará en salas mexicanas el 27 de octubre, el 16 de diciembre se sumará al catálogo de Netflix.