Las películas de desastres, esos éxitos de taquilla sobrecargados de efectos especiales y que depositan su mirada en personajes sobrehumanos que heroicamente se enfrentan a la naturaleza e intentan frustrar incidentes catastróficos, adquirieron prominencia en la década de 1970 debido al éxito masivo de Aeropuerto, La aventura del Poseidón y El coloso en llamas. El género entró en un letargo de una década, como un volcán, sólo para entrar en erupción a mediados de la década de 1990 con epopeyas de desastres y thrillers del fin del mundo sobre tornados, asteroides, icebergs y volcanes que nos amenazan, incluyendo Pico de Dante, Volcano, Twister y Armageddon, y desde entonces han sido un género recurrente en el calendario de estrenos de Hollywood.
No obstante, más allá de la espectacularización de los fenómenos naturales y la destrucción, destacan varias películas de desastres que se aproximan con humanidad y emotividad a la tragedia permitiendo vislumbrar las ansiedades colectivas más apremiantes de la sociedad.
‘7:19’
7:19, dirigido por el cineasta mexicano, Jorge Michel Grau, sitúa su relato en las entrañas del terremoto de 1985 para mostrar el lado de los atrapados (dos de ellos interpretados magistralmente por Demián Bichir y Héctor Bonilla). Aunque es un drama de suspenso con una fuerte crítica política y social, la película es sobre aquellos que vivieron la desesperación entre las varillas de metal, los vidrios rotos, las maderas vulneradas, el irritante polvo, los tabiques aniquilados, las pesadas losas de concreto y la opresiva oscuridad.
‘La ola’
En La ola, del director noruego Roar Uthaug, nos encontramos ante una historia que, aunque retrata un derrumbe acompañado de una ola de 80 metros que desaparece un pueblo entero, se mantiene siempre al borde de la verosimilitud. De hecho, según los geólogos que han estudiado la zona de Storfjorden han observado el riesgo que representa la montaña Åkneset, que se espera que algún día se deshaga de una gran cantidad de roca, aproximadamente del peso de 225 edificios como el Empire State, y produzca una ola que alcanzaría un pico de alrededor de 85 metros.
‘Horizonte profundo’
Horizonte profundo, protagonizado por Mark Wahlberg, es un sólido y convincente retrato, desde la ficción, de los trágicos eventos ocurridos el 22 de abril de 2010, cuando una fuerte explosión provocó el mayor vertido de petróleo en toda la historia de Estados Unidos. El director Peter Berg propone un drama de acción realista (incluso recurre a gran parte del lenguaje técnico y los fundamentos de la extracción de petróleo) y visualmente grandilocuente para colocar al espectador, mediante secuencias intensas y llenas de angustia, en medio de la catástrofe.
‘Pandora’
Pandora, del coreano Jeong-woo Park, narra las artimañas políticas y las redes de corrupción para construir una planta de energía nuclear en un pequeño y pacífico pueblo de Corea del Sur. Lo que al principio es visto como un logro por la generación de empleos, pronto se vuelve catastrófico cuando un terremoto hace explotar la planta de energía que no contaba con los protocolos pertinentes para afrontar la emergencia. Un relato sencillo pero contundente, sin exagerar en el uso de efectos visuales, una atmósfera de suspenso y un enfoque claramente crítico de cómo muchos desastres son producto de las malas decisiones del gobierno.
‘Godzilla resurge’
Originalmente sirviendo como una alegoría de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, Godzilla (1954) estuvo profundamente arraigado en los miedos existenciales más apremiantes e históricamente devastadores de Japón. Esta vez, Godzilla resurge fue concebida en un país que todavía se tambalea tanto por el desastre nuclear de Fukushima Daiichi como por el terremoto y tsunami de Tohoku, ambos ocurridos en 2011. La película de Hideaki Anno y Shinji Higuchi no tiene un presupuesto tan alto ni está cargado de CGI como sus contrapartes de Hollywood, y se dedica más tiempo a los debates en la sala de guerra que a las explosiones masivas.