¿Acaso sentiste la melancólica atmósfera urbana de Blade Runner? O quizá has experimentado la brutal soledad que atraviesa Riddler en The Batman cuando es capturado por la policía al interior de una cafetería vacía. Tanto el icónico filme de ciencia ficción como la más reciente versión cinematográfica del hombre murciélago comparten la influencia de Edward Hopper (1882-1967).
La obra del pintor norteamericano consiste en la representación de la vida cotidiana estadounidense a partir de los espacios urbanos. Desde gasolineras hasta restaurantes, pasando por puentes, calles, oficinas, hoteles, trenes y salas de teatro, la ciudad no sólo es escenario, sino también protagonista de sus cuadros. Aunado a ello, resalta otro tema de interés en el artista neoyorquino: la soledad de aquellos que habitan la ciudad. La nostalgia, la decepción, incluso la desesperación y la angustia son expresiones y actitudes recurrentes en sus pinturas urbanas y han servido, a lo largo de las décadas, como referente visual, estético y atmosférico en distintas películas.
En la pintura Los halcones nocturnos (1942) vemos calles solitarias y oscuras que sólo reciben la luz del interior del bar o restaurante. A pesar de compartir el mismo espacio, los clientes y el camarero no interactúan. Son personajes en silencio, perdidos en sus pensamientos y agobiados por la soledad.
Para la construcción de una distópica ciudad de Los Ángeles, el cineasta Ridley Scott, no se cansaba de mostrar el cuadro de Hopper a todo su equipo de producción para replicar el aspecto visual, el tono y la atmósfera que buscaba. Al final, Blade Runner logró trasladar fielmente la paleta de colores de la pintura a la pantalla.
En The Batman, el personaje de Edward Nashton, también conocido como Riddler, interpretado por Paul Dano, está sentado solo en una cafetería ocupándose de sus propios asuntos, al igual que el hombre en la pintura de Hopper. Es evidente la soledad del individuo, pero cuando se le preguntó al respecto, Hopper comentó: “Inconscientemente, probablemente, estaba pintando la soledad de una gran ciudad”. El director Matt Reeves comprendió esta idea y, en esta secuencia, no sólo nos habla del aislamiento social del antagonista, sino de la desolación de toda ciudad Gótica.
Gran parte de las películas de Jim Jarmusch recuperan la visión que tiene el pintor del paisaje urbano americano, tanto la desolación que impregna su drama sinuoso y monocromático, Stranger Than Paradise hasta las calles urbanas, sombrías y abandonadas de la Nueva Orleans que Jarmusch presenta en Down by Law.
Varias secuencias de Mystery Train, un tríptico embriagador de historias que se desarrollan en el transcurso de la misma noche en Memphis, son representadas en una paleta distintivamente al estilo Hopper.
Mientras que el protagonista de Paterson, interpretado por Adam Driver, es, al igual que Hopper, un observador de lo cotidiano. Su mirada pone atención en cada una de las intersecciones más concurridas de la ciudad, captura la esencia de la vida urbana en los recorridos a pie que realiza para llegar al trabajo y escuchar los testimonios de los pasajeros dentro del autobús. Estas son las acciones que le permiten a Paterson adentrarse a una continua y renovada experiencia estética.
La referencia más famosa a una casa de Hopper en cualquier película la encontramos en Psicosis (1960). Casa junto a la vía del tren (1925) representa una vieja mansión solitaria en medio de la nada. La luz que se refleja en las ventanas oculta el interior, con solo sombras visibles en el interior, pero más que eso, la entrada está oscurecida por un balcón con columnas. Los visitantes de la casa bien podrían encontrar a alguien acechando en esas sombras, y así lo entendió Alfred Hitchcock como inspiración para construir la casa de Norman y Norma Bates.
A lo largo de su obra fílmica, David Lynch parece disfrutar rindiendo homenaje al trabajo de algunos de sus pintores preferidos. Y aunque algunos de estos homenajes fueron muy sutiles al principio de su carrera hasta Terciopelo azul, en la tercera temporada de Twin Peaks, que se emitió en 2017, el director aprovechó al máximo su libertad creativa para reconstruir el cuadro Oficina en una pequeña ciudad (1940) en una de las escenas.
En 2013, el director Gustav Deutsch da vida a 13 pinturas de Hopper en su película Shirley: Visions of Reality, la historia de una mujer cuyos pensamientos, emociones y contemplaciones nos permiten observar una era en la historia estadounidense.
Y finalmente podemos citar Two or Three Things I Know About Edward Hopper, un trabajo que oscila entre el cine y la videoinstalación en el que el director alemán Wim Wenders propone una experiencia inmersiva en 3D, que lleva a los espectadores en un viaje donde las pinturas de Hopper cobran vida.