Jordan Peele está de regreso en la pantalla grande con ¡Nop!, otra nueva pesadilla en la que el público saldrá desconcertado. El filme se centra en un par de hermanos interpretados por Daniel Kaluuya y Keke Palmer que trabajan como domadores de caballos de Hollywood en un rancho en las afueras del desierto de Los Ángeles y solicitan la ayuda de un experto en tecnología (Brandon Perea) para ayudarlos a capturar imágenes de una nube misteriosa que se instala en la montaña al borde de su propiedad.
Al igual que las películas anteriores de Peele, ¡Huye! y Nosotros, esta nueva propuesta recurre a la iconografía habitual del cine de terror, pero explora algunas ideas y elementos distintivos de otros géneros, específicamente la ciencia ficción y el western, para configurar un universo propio, lo que seguramente hará que los espectadores teoricen sobre lo que significa cada uno de sus componentes.
En la obra de Peele aparecen de manera recurrente, aunque no insistente, pasajes bíblicos que enfatizan, anuncian, complementan o interpretan sus distintos relatos. Ya sea para cuestionar la histórica ambición del ser humano por equipararse a Dios en ¡Huye!, o la existencia de los ‘dobles’ para describir la eterna lucha entre bien y mal en Nosotros, hasta el anuncio de un juicio divino proveniente de un oráculo que desde las alturas instaura un nuevo orden sobre la Tierra en ¡Nop!, a continuación revisamos las referencias bíblicas en las películas del director estadounidense.
Romanos 12:1-2 en '¡Huye!'
Aunque técnicamente la película comienza con Andre Hayworth (LaKeith Stanfield) siendo secuestrado por una figura misteriosa mientras paseaba por los suburbios durante la noche, el guión de Peele tiene un versículo de la Biblia en su primera página, específicamente Romanos 12: 1-2.
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Ese verso resulta ser inquietantemente profético cuando se trata de la difícil situación que enfrenta el protagonista del filme, Chris Williams (Daniel Kaluuya). Él y su novia Rose Armitage (Allison Williams) van a visitar a sus padres, Dean (Bradley Whitford) y Missy (Catherine Keener), durante el fin de semana, y Chris comienza a notar un número creciente de sucesos inquietantes. Todo lleva a la revelación de que los Armitage han estado secuestrando a hombres negros y les han practicado cirugías cerebrales para darles a los miembros de su círculo social las "ventajas naturales" que creen que tienen los negros.
Missy hipnotiza a las víctimas, dejando su conciencia en el "lugar hundido", una especie de vacío onírico, mientras Dean realiza el trasplante. La última pieza del rompecabezas es Rose, que ha atraído a decenas de víctimas a la casa Armitage, aunque su hermano Jeremy (Caleb Landry Jones) suele utilizar métodos más violentos. Chris es el último de una larga lista de víctimas. Esto lleva al elemento recurrente del "hombre que juega a ser Dios" en las películas de Peele. Dean declara más o menos lo mismo mientras contempla un fuego crepitante. "Incluso el sol morirá algún día", le dice a Chris. "Pero somos divinos. Somos los dioses atrapados en capullos".
Jeremías 11:11 en 'Nosotros'
En la primera secuencia del filme, ambientada en 1986, conocemos a la pequeña Adelaide (Madison Curry), que se divierte con sus padres en los juegos de una feria. La niña comienza a deambular entre los juegos mecánicos, las tiendas y los puestos de comida; mientras camina, ella ve a un vagabundo con un pedazo de cartón que dice “Jeremías 11:11”. Poco más tarde en el relato, cuando regresa a la playa como adulta (Lupita Nyong'o), ve al mismo vagabundo, pero más viejo, con el mismo letrero de cartón, solo que ahora lo están llevando a una ambulancia como un cadáver ensangrentado.
Aquí es cuando la protagonista, además del traumático suceso que experimentó de niña en esa feria, comienza a notar dobles por todas partes. Jeremías 11:11 sirve, en un principio, como un juego de espejos. El número en sí aparecerá varias veces a lo largo de la película, incluso en un reloj cuando Adelaide acuesta a su hijo Jason (Evan Alex) y en una camiseta de Black Flag, que presenta cuatro bloques verticales que se asemejan a los números.
El versículo bíblico de Jeremías 11:11 presagia el destino y la desesperanza que dominarán la segunda mitad de la película:
Por tanto, así dice el Señor: He aquí, traigo sobre ellos una calamidad de la que no podrán escapar; aunque clamen a mí, no los escucharé.
El libro de Jeremías es parte del Antiguo Testamento de la Biblia, y Jeremías es el segundo de los últimos profetas en la Biblia hebrea y el segundo de los profetas en la Biblia cristiana. El pasaje en particular es parte de un pacto entre Dios y el pueblo de Israel. Dios dice a través de Jeremías que protegería al pueblo de Israel a cambio de adorarlo exclusivamente.
Pero advierte de una conspiración y fractura entre los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén. De algún modo, Peele (productor de Candyman) se refiere al vínculo entre los hombres y los otros, o los clones que residen en túneles debajo de la superficie. Con este pasaje bíblico, y evidentemente con su relato, Peele parece invitar al público a reflexionar sobre el trauma, los privilegios, las identidades fracturadas y, por supuesto, la lucha entre el “yo” real, el “yo” ideal y la peor versión del “yo”. La serie Dark es otra se las producciones que retoma este tipo de versículos.
Nahúm 3:6 en '¡Nop!'
La película comienza con una cita bíblica del Antiguo Testamento:
Lanzaré sobre ti inmundicia abominable, te haré vil y te convertiré en un espectáculo.
Peele se toma una ligera libertad para sustituir uno de los términos de este pasaje ya que Nahúm 3:6 dice: “Y echaré sobre ti inmundicias, y te enfrentaré, y te pondré como estiércol”. El término espectáculo, elegido por Peele, es sumamente relevante ya que abre dos posibilidades de leer la película: el deseo del director de crear un espectáculo (tomando en cuenta la cantidad y calidad de los elementos de ciencia ficción que aparecen en el relato) o plantear un discurso crítico contra la postura de Hollywood de espectacularizar todo.
La misión de Emerald (Palmer) y OJ (Kaluuya) de filmar al extraterrestre se convierte en una alegoría sobre Hollywood en general, y la forma en que la industria explota a la mayoría de las personas involucradas para mantenerse al día con la cultura del espectáculo. La historia de Jupe (Steven Yeun) es otro poderoso ejemplo.
Además, Peele entreteje el western y la ciencia ficción con su terror característico para invitarnos a una meditación sobre nuestro impulso muy humano de controlar. Los westerns existen en un espacio muy concreto que apela a la frontera, a los límites entre la civilización y la naturaleza, el orden y el caos, el progreso y lo salvaje. Hollywood, más allá de esas fronteras, se ha dedicado a domesticar el viejo oeste. Ese impulso de domar y controlar al otro, a lo desconocido, es una constante en la película.
Todos los personajes, excepto el interpretado por Kaluuya, quieren controlar algo, incluso aunque sepan que esta fuerza misteriosa y desconocida que merodea los cielos sea superior a ellos. Otro ejemplo es el chango Gordy, el ser vivo más espeluznante de esta cinta que le voló la cabeza a Jaime Maussan, experto en el fenómeno Ovni.