En 1978, los niños de un condado de Colorado desaparecen misteriosamente. Sus rostros tapizan las paredes de escuelas, postes, calles, rejas, pizarrones, y la policía no tiene idea de quién está detrás de todo esto. Finney (Mason Thames) se convierte en la siguiente víctima del misterioso raptor enmascarado (Ethan Hawke), malhechor que somete a sus víctimas, en el sótano de su casa, al juego del chico malcriado cuyo desenlace es la muerte. En la película El teléfono negro, del director Scott Derrickson, la crueldad del mundo real le enseña al pequeño Finney a defenderse en su cautiverio.
Joe Hill, hijo de Stephen King, escribió esta historia en 20 páginas incluidas en el compilado 20th Century Ghost Stories, sus mejores cuentos. Lo hizo inspirado en una vieja pesadilla: el cuarto en el subsuelo de su casa, en Maine, tenía un teléfono descompuesto y le aterraba que algún día sonara. Esta premisa fue utilizada para el auto exorcismo de los viejos episodios violentos que vivió el propio realizador en su infancia. Al encontrar familiaridad en esta historia, Scott se obsesionó en adaptarla. Lo logró de la mejor forma, en serio.
La cinematografía es única. Parece que estamos viendo una cinta en súper 8; apoyada por los vestuarios, peinados, casas, apariencia, lenguaje, la recreación más cercana de esos suburbios de las grandes capitales estadunidenses en las décadas de los 70 y 80. En ese tiempo, en Estados Unidos, México y cualquier parte del mundo la supervivencia corría por cuenta propia, defenderse a puños en la escuela era ley de la vida. Los episodios de bullying contra Finney lo dejan bastante claro. A la vieja escuela le resultará familiar, a la nueva, una barbarie social, en especial la escena donde Gwen (Madeleine McGraw), hermana del chico secuestrado, es molida a cinturonazos por el borracho de su padre.
¿El asesino de 'El teléfono negro' está inspirado en hechos reales?Thames y McGraw muestran frialdad para transmitir las secuelas psicológicas dejadas por esas tremendas golpizas que pretendían inculcar disciplina. Hoy ya no son necesarias. Después viene la oscuridad de Hawke detrás de la máscara del antagonista, de sonrisa cínica; formada en dos partes, frontal y superior, la representación de la doble personalidad del portador. Sin ella, el hombre traumado por los episodios violentos de su pasado; usándola se transforma en un feroz victimario. El contraste entre él y Finney se vuelve el eje del conflicto.
¿Cómo un chico pacífico podrá sobrevivir a tremendo demonio? Aquí entra lo sobrenatural. El teléfono negro suena para ayudar al chico a librarse de una vez por todas del raptor. Los espíritus de los niños asesinados se manifiestan por el auricular tejiendo una estrategia bastante irreal, advirtiendo los peligros detrás de la puerta metálica, enseñando a Finney que es turno de ser la persona más sangrienta de todas. Como en cualquier cinta de fantasmas, acabar con el malo ayuda a liberar las almas atormentadas, uno de los pocos clichés de esta película, con precedentes bastante marcados en Siniestro y El exorcismo de Emily Rose, también autoría del mismo cineasta.
De pronto se vuelve absurdo cómo un chico escuálido tiene la fortaleza para romper una pared con la tapa del tanque de un retrete, no para desnucar de un golpe certero al raptor. El auricular del teléfono, cargado con arena para que pese más, se convierte en su arma mortífera; el cable, en su última estocada. A comparación de los asesinatos del Bughuul, en Siniestro, Derrickson se vio un poco suave en la forma de concluir la vida del antagonista, en especial luego de que éste clavó un hacha al cráneo de su hermano.
El teléfono negro combina los peores miedos de Hill y Derrickson para hacer una de las películas de terror más atractivas de la temporada, sí con sus respectivas incoherencias arraigadas en la ficción que permite el género, pero con la posibilidad de pasarlas por alto gracias al lenguaje de la adaptación. Definitivamente no se trata de otro filme donde un grupo de adolescentes calenturientos son ultimados por un enmascarado.
Como dato curioso, las adaptaciones a los textos de Hill han tenido mucha más suerte que las de su padre. Sus cuentos, novelas (Cuernos) y cómics (Locke & Key) han conectado con mejores cineastas para encontrar redención y una segunda oportunidad en el lenguaje visual. El teléfono negro se come viva a Llamas de venganza, el remake de la novela "Ojos de fuego", de King. Con esta apuesta, de verdad, no extrañamos a Derrickson en la dirección de Doctor Strange en el multiverso de la locura, secuela de Doctor Strange que abandonó por diferencias creativas.