Por fin vimos la biopic de El Rey, Elvis, dirigida por Baz Luhrmann, estrenada hace rato en el Festival de cine de Cannes ante una sala que tuvo 10 minutos de aplausos y generó bastantes reacciones positivas y negativas entre los espectadores. ¿Vale la pena esperar con ansias a ver este retrato que conmovió a la nieta de Elvis Presley, Riley Keough? Depende del tipo de película que estés esperando y de si tus expectativas están aterrizadas a presenciar un relato desde la perspectiva de su mánager Tom Parker (Tom Hanks).
Empezamos con la parte que todos queremos escuchar y ver en pantalla el próximo 23 de junio, la música. Porque obvio todos tenemos historia con alguna de sus canciones: regateamos un balón con "A Little Less Conversation" (por culpa de los comerciales de Nike), nos enamoramos con "Love Me Tender" y "Can't Help Falling in Love", y zapateamos recio con "Jailhouse Rock", entre otras, por supuesto "Suspicious Minds", que fueron incluidas en esta cinta.
Baz destaca todas las influencias de Elvis para convertirse en el rey del rock, su amor por el blues, la inspiración que tomó de la comunidad afroamericana en Estados Unidos, sus tradiciones, movimientos y cantidad de sonidos que forjaron su genio y figura. Aprovechar las raíces en Tupelo, Mississippi; y Memphis, Tennessee, es lo mejor que Lurhmann y su equipo de guionistas pudieron hacer, sobre todo en tiempos donde los crímenes racistas contra latinos, negros e inmigrantes son una triste realidad en el país vecino.
O sea, ¿no entienden que uno de sus ídolos trató de unificar ambas culturas con su música? Al igual que los grandes genios de la época, desde la guitarra de Little Richard, hasta las voces tremendas de Nat King Cole, entre otros. A Baz poco le podemos cuestionar, en especial después de ver la recreación del mítico show en vivo desde el International Hotel en La Vegas, en 1969, casi equiparada con el de Queen en Live Aid 1985, como lo podemos ver en Bohemian Rhapsody.
Si nos ponemos quisquillosos, las dos horas y media de película son poco para conjuntar el aspecto artístico, personal y social, en especial este último, porque el cantante, como ya lo mencionamos, trató de defender a las minorías y sus derechos; conoció al presidente Richard Nixon en la Casa Blanca, en 1970, para ofrecerse como figura antidrogas. Pero, esperen, si son fanáticos sabrán que hay mitos que dicen totalmente lo contrario.
Quincy Jones y Michael Jackson, en vida, compartieron que el rey del rock and roll ¡era un racista de closet! por eso jamás trabajaron con el. Además, recordarán la célebre cita de "prefiero besar a tres mujeres negras que a una mexicana". De racista y homofóbico no lo bajaron en ese entonces. Un mito quizá inventado para prohibir su música en el país, ya ven que el estado y las familias iban contra la rebeldía y toda clase de música que, en sus palabras obsoletas, atentaban contra la decencia. Pero queda la duda de por qué Jacko y Quincy lo mencionaban.
La película no toca jamás este tema pero es prudente recordarlo para tener en cuenta el impacto de Elvis en nuestro país y por qué es uno de los mercados donde buscan tener más presencia, al final, sus canciones en español son bastante queridas acá.
En cuanto a la dirección, el estilo distintivo de Baz es innegable. Si vieron Moulin Rouge, Elvis tiene una estética similar donde se destaca la natural forma que tiene para hilar y construir una narrativa como si se trataran de varios videoclips de larga duración. Es posible que las tablas teatrales de Lurmann, en Australia, su país natal, le faciliten los discursos mostrados en estas producciones.
Es tanta su atención a la atmósfera, al contexto, a la época y los detalles visuales que por momentos Elvis pierde protagonismo. Y es raro, porque todos vamos a ver a Elvis y terminamos asombrados con la reconstrucción del tiempo. De Austin sólo podemos decir que Baz lo logró, fichó a un tipo que personificó excepcionalmente la fisología del rey y adoptó su psicología arrogante. No deja nada qué desear, la verdad.
En su performance todo bien. Las canciones interpretadas, los bailes, la manera de tocar y tomar la guitarra es de 10, en la vida fuera del escenario parece que Austin pierde la magia. Peca de su galanura para disfrazar esos nervios o presión que tuvo de entrar en los zapatos de un idolo de la cultura popular mundial. Y al ser la perspectiva del mánager, quien es el villano en la carrera del cantante, generas simpatía con el personaje gracias al historial y la magistralidad de Hanks. Elvis es mucho más de lo que pensábamos.