"Un maravilloso físico emparejado con un agudo cerebro. ¡Juntos podríamos llegar muy lejos! Por desgracia tú nunca apreciarías la belleza de un atraco bien orquestado", le dice El Pingüino a Batman, en su debut en 1941, en el #58 de Detective Cómics. Hace 80 años esta relación estableció que el murciélago es intelectualmente inferior al caballero del crimen, superioridad apenas mostrada en The Batman, de Matt Reeves, con ayuda de la magistral interpretación de Colin Farrell en zapatos del lisiado criminal.
La mejor prueba está en el diálogo donde Pingüino se burla de la incapacidad de Batman (Robert Pattinson) y Jim Gordon (Jeffrey Wright) para entender español básico, ni siquiera la estructura correcta, ¡los artículos! Ahí, en esa mofa, se refrendó la intelectualidad del rufián y los defectos del detective. Fuera de la película, la serie Gotham ofrece un retrato más cercano al nacimiento de la mente mafiosa más habilidosa de las entrañas de la urbe y, sinceramente, Robin Lord Taylor hizo un gran trabajo.
Reeves tiene en sus manos el spin off de su película, The Penguin, y se rumora será una serie que irá directo a HBO Max. Falta que le den luz verde para ver de qué forma narrá el ascenso de un simple peón de Carmine Falcone (John Turturro) a la consolidación como el caballero del crimen, la antitesis del caballero oscuro y todo símbolo que anhela erradicar la corrupción de las calles góticas.
Paul Dano se arrepiente de utilizar el traje del Acertijo en 'The Batman'Oswald Cobblepot, hijo de una mujer que atendía un aviario, creció cojo y acompañado de una sombrilla por manía de su loca madre traumada por el fallecimiento de su esposo por causas respiratorias, aspectos físicos y rutinarios que lo hicieron el perfecto objetivo para molestarlo, ofenderlo y humillarlo. Aquí radica la raíz de su sociopatía, utilizada para engañar, manipular y obtener venganza sin importar el costo. Se hizo un maestro de la mafia y llegó hasta la silla de la alcaldía de Gotham. El lugar perfecto para ejercer la corrupción a placer y dejar como tonto al murciélago.
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John Ostrander, leyenda de DC, dedicó una historia entera a Cobblepot en el título "Penguin Triumphant" para desarrollar todas las aptitudes de su marrullera personalidad, nunca antes aprovechadas al máximo por otros escritores, entrando a terrenos del miedo, la astucia, amenaza, invenciones, ingenio, chantaje, etc, desenvolvió el actuar de un sociópata al que de chico llamaron "maricón" y "afeminado".
En este caso, el golpe a Wall Street valía la pena el riesgo de violar su libertad condicional, pero fue sólo el pretexto para hacer pagar a los abusivos que le hicieron la adolescencia una etapa nongrata en su memoria, a Batman, su eterno captor, y Bruce Wayne, la persona detrás de la máscara con un secreto a voces entre los villanos. Ostrander tejió una red de mentiras, compleja para un lector principiante, donde la estafa maestra se convirtió en un juego psicológico con el fin de castigar a sus abusadores. Quiso hacer justicia por propia mano.
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La historia culmina con su regreso a prisión y la felicidad de haber consumado su revancha. No importa cuántas veces Batsi lo detenga, el trauma de una infancia terrible será su constante renacer. El dolor físico es nulo, el mental es interminable. En esto se parece él y el encapotado, la psique no les cederá descanso. Doug Moench, Paul Dini y Jason Aaron jugaron alimentaron su astucia en historias posteriores. Por ejemplo, Dini le dio un regreso triunfal a Gotham por medio de la apertura del Iceberg Loung, un club nocturno para lavar dinero y recuperar las calles que perdió. Justo como sucede en la película de Reeves.
Cobblepot es cúmulo de recuerdos terribles atormentándolo e impulsando su violencia. Digamos que si Batman canalizó su ira en actos como justiciero, él lo hace para hacer pagar a otros un dolor que no les corresponde. A estas alturas de su existencia pueden estar seguros que todos los malnacidos que se burlaron de él y fueron castigados de la forma más cruel, incluso con ayuda de una parvada de aves, verdugas de las tres chicas que osaron burlarse de él durante su noche de graduación.
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Reeves ahora tiene la tarea de canalizar todo ese trauma en el trabajo de Farrell, hacer valer aquel dicho con el que Joker definió el accionar y la naturaleza de su regordete amigo, El caballero del crimen: "El que ríe al último, ríe mejor".
