La mayoría de remakes de La masacre de Texas, de Tobe Hooper, no ha tenido la favorable recepción ni ha incrementado el culto nacido tras el estreno de la cinta original en 1974. Ni siquiera bajo la supervisión y producción del cocreador de este tenebroso guion, Kim Henkel, el guardián del legado de Leatherface y su amigo Hooper, quien tuvo la brillante idea de ligar esa épica historia con las propuestas del director David Blue Garcia y el productor Fede Alvarez.
La inspiración para este titán de la motosierra viene directamente de los escalofriantes hallazgos de la policía de Wisconsin en 1957: una casa llena de huesos humanos, muebles tapizados con piel humana, cabezas decapitadas, vulvas almacenadas en cajas de zapatos, visceras refrigeradas y pertenencias de personas extraviadas. Ed Gein, más tarde apodado el asesino Leatherface, se declaró culpable de toda esta masacre y fue enviado a un hospital psiquiátrico por padecer de esquizofrenia, donde murió en 1984.
"A Tobe se le ocurrió esta fabulosa historia durante unas vacaciones navideñas en las que lo llevaron de compras a Montgomery Ward (un centro comercial), donde planteó una escena digna de la mafia en su interior. Como era claustrofóbico, empezó a pensar cómo podría limpiar la tienda y aminorar el flujo de gente. Encontró la motosierra y de inmediato la relacionó con los casos de Ed Gein", dice Henkel en notas de producción de Netflix.
'La masacre de Texas': Todo lo que debes de recordar de la película de 1974 antes de ver su secuela en NetflixEntonces, más allá de acontecimientos de la vida real, la condición y trastorno psicológico de Hooper le permitieron escribir, imaginar y fantasear con una escena dantesca en la que sólo un baño de sangre le llevaría tranquilidad. Este mismo padecimiento le hizo pasarse de la raya durante el rodaje de la película en Austin. Y nunca se arrepintió de todas las lesiones que causó en el reparto con tal de dar vida a su terapéutico pensamiento, según el portal Thrillist.
No quería darles tranquilidad a los actores. Fue un rodaje miserable, y la miseria trajo miedo puro y real. Más tarde me enteré que Gunnar hizo ese baile macabro imaginando que me iba a matar. Fue el pico de la historia y me quedé sin aliento.
Nunca se arrepintió de cómo su claustrofobia sacó de sus casillas a los actores y creó una aetra de pesadilla para todos ellos. Les llevó huesos humanos al set. Los mandó a comprar de India; les impidió lavar su vestuario durante cinco semanas; trabajó con visceras de perro muerto y queso echado a perder que los hizo vomitar.
"Había una parte donde Gunnar Hansen (Leatherface) tenía que rebanar con un cuchillo, que explotaría con sangre al empujar contra la mano de Marilyn Burns (Sally), pero no funcionaba, se desesperó tanto que empujó y la terminó cortando de verdad, después la expuso a la saliva de John Dugan (el abuelo)", cuenta el escritor Joseph Lanza en su libro "La masacre de Texas: Un filme que aterrorizó a toda una nación".
En 2013, Burns le confesó a Hooper que no sabía si era un psicópata que estaba filmando una película snuff (videos de crímenes reales) o simplemente le importaba un comino el bienestar de sus actores. Otro caso que inspiró esta matanza fue la presencia del director durante los asesinatos del tirador Charles Whitman, quien durante 96 minutos disparó a quemarropa matando a 14 e hiriendo a 31 personas, en la Universidad de Austin, en 1966, un episodio que lo traumó y desencadenaría su claustrofobia, según recopiló el Daily Post.