Estamos de acuerdo en que Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos es una celebración a la cultura asiática, ¿verdad? En tiempos de bastante racismo y desigualdad es una película necesaria para que las nuevas generaciones conozcan de la forma más fidedigna posible, restando los elementos de la ciencia ficción, los valores e historia de una parte la civlilización ubicada hace muchos años en el oriente, cuya manera de adherirse a los códigos de conducta fue alcanzando el conocimiento a través del estudio y las artes marciales.
Pero estamos dando una visión purista y antigua de la implementación de técnicas de defensa, porque, con el paso del tiempo, su práctica se volvió un pretexto para estereotipar a los asiáticos en todas partes. Si llegabas a cualquier país e ibas de la región, automáticamente pensaban en ti como un arma mortal o un alborotador, esto es lo que no le gustaba a Simu Liu de involucrarse al cien por ciento en una película del corte, aún cuando en su juventud entrenó algunas disciplinas que le ayudaron en su debut como Shang-Chi en el MCU.
"Como hombre asiático americano progresista siempre quise romper las barreras y expectativas de quiénes somos, siendo consciente de las etiquetas que llevamos a donde quiera que vamos: artes marciales, personas exóticas y orientalistas, pero el mayor paradigma de todos es la forma objetiva que todos tienen de creer que el kung-fu es genial, ¡y lo es! Hubo un tiempo donde no quería que, como actor, me vieran practicar artes marciales para no ser parte del incremento del estereotipo. No me gustaba", dijo a Entertainment Weekly.
Seamos sinceros, tiene razón. La nueva generación ha tenido a bien barrer con todas esas etiquetas, pero en un momento los mexicanos también tuvimos esa mentalidad de "Ah, eres chino o japonés, entonces sabes pelear". Por esto, Simu la pensó muchas veces antes de decir que sí a una cinta del corte, pero con Shang-Chi tuvo recuerdos de cómo las películas de Jackie Chan y Jet Li, dos de sus ídolos, lo hacían sentir representado de forma sensacional, porque eran excelentes peleadores y, al mismo tiempo, tipos sentimentales, pensativos, racionales, respetados y pacíficos, así que la respuesta a Kevin Feige fue un rotundo "sí".
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"Shang-Chi puede ser exactamente lo mismo para los estadunidenses de origen asiático: mirar la pantalla y realmente sentirse visto", agregó al mismo portal. En su niñez, Simu tomó clases de gimnasia, tae kwon do y wing-chun, un tradicional arte de la defensa propia que exige relajación y delicadeza, proveniente del sudeste de China y basada en el kung-fu. Esto le ayudó a audicionar y hasta ejecutar un mortal hacia atrás para beneplácito de Destin Daniel Cretton, quien automáticamente lo puso en el radar de los aspirantes a ser Shang-Chi.
"Cuando el mundo nos dice que nos odia por ser asiáticos o creer que trajimos el covid-19 al mundo, tenemos que enfrentarlos con una fuerza igual y opuesta. Esta película es tradición. Es orgullo. Ya bastante difícil es celebrar ser asiático en tiempos normales, mucho más ahora. Simplemente es la celebración de nuestra cultura", redondeó para EW, obviamente ya con la bandera artemarcialista bien puesta y lista para demoler a los pronósticos de los propios ejecutivos de Disney que subestiman la capacidad de la historia.
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En el riel de su cuenta personal en Instagram pueden ser testigos de la transformación de Simu, el entrenamiento arduo al que se sometió con ejercicios de flexibilidad, acondicionamiento físico, pesas y coreografías basadas en el kung-fu, porque, al final del día, Shang-Chi es apodado el Maestro del Kung-Fu. "Pero no se confundan, esta arte marcial sólo es una pequeña parte de nuestra personalidad. Para Shang-Chi lo es todo, para nuestra vida real no", precisó en un video.