Este fin de semana llega a cines de todo México la tan esperada película de Nia DaCosta, Candyman. La película se ha ganado los aplausos de la crítica especializada, quienes aseguran que ha logrado no solo mantener el espíritu de la saga original, sino resignificar al clásico hómonimo de los 90 protagonizado por la leyenda del cine de horror: Tony Todd.
Candyman no es una película de horror simple, sino una cinta de género que expone la relación tan cercana entre el horror sobrenatural y el de la vida real. El largometraje es un reboot del clásico de terror, no obstante, esta nueva versión podría describirse más como una respuesta al racismo que permea en Estados Unidos.
Aunque en México no resuena tanto la leyenda, Candyman surge como un reto escalofriante: con 5 veces que repitas su nombre ante el espejo, se aparecerá en el reflejo para asesinarte. Para este reboot la premisa sigue siendo la misma, sin embargo, quien lleva la batuta de la historia es Anthony McCoy (Yahya Abdul-Mateen II), un artista afroamericano en busca de inspiración para su siguiente gran proyecto.
Casi por serendipia, McCoy termina investigando sobre Cabrini Green, un proyecto de vivienda pública construido en Chicago en la década de los 40 que se convirtió en sinónimo de decadencia y violencia con el paso del tiempo. En ese escenario, Nia DaCosta y Jordan Peele dan un paso atrás para explicar el surgimiento de la leyenda urbana como algo que se ha nombrado tantas veces de la manera equivocada, tergiversando por completo la realidad.
El horror de Candyman es más una metáfora social sobre la experiencia afroamericana, algo que no sorprende si recordamos que Jordan Peele ocupa el cargo de productor en esta película; el cineasta es reconocido a nivel mundial por mezclar horror y crítica en películas como ¡Huye! y Nosotros. Candyman de DaCosta no es una película cimentada con jumpscares, sino una que más bien construye atmósferas impactantes y que deja lugar a los simbolismos.
Por ejemplo, no es gratuito que la película insista tanto en la frase "Say my name" o "Say his name", que en español sería "Di mi nombre" o "Di su nombre" si tomamos en cuenta la historia reciente de Estados Unidos, cuando la comunidad afroamericana reaccionó al brutal asesinato de George Floyd a manos de un policía, pidiendo que se nombrara a la víctima; similar ocurrió con el caso de la veinteañera Breonna Taylor asesinada en su departamento de Kentucky.
'Candyman' y la protesta de Jordan Peele contra el racismo a través del género de horrorNia no se limita a la hora de señalar dentro de la narrativa de Candyman las situaciones racistas o de apropiación cultural en Estados Unidos, con diálogos que suenan simples pero que cargan con un simbolismo mayor. Lo anterior está ejemplificado en el diálogo de un personaje del elenco quien señala de manera abierta la adoración que profesa la sociedad norteamericana por las creaciones de los artistas afroamericanos, no así a quienes les dan vida.
Asimismo, la directora y los guionistas se da la oportunidad de crear situaciones casi cómicas a la hora de señalar comportamientos tóxicos de la crítica de arte actual con el uso de Shameika de Fiona Apple como fondo cuando Anthony tiene un encuentro con la crítica que, repentinamente, cambia de parecer acerca de su obra luego del surgimiento de los primeros asesinatos que ligan a su creación con Candyman.
Lo que logra Candyman no es fortuito, sino producto de cineastas y escritores que supieron moldear el espíritu de un clásico y, a su vez, codificar mensajes que insertan de manera inteligente para retratar el horror que vive día tras día la comunidad afroamericana en Estados Unidos. Si bien la cinta logra mezclar muy bien la crítica social y el horror, en momentos se siente demasiado cargado de ideas y simbolismos, lo que podría llegar a perder al espectador, sobre todo si se enfrenta a uno que no esté al corriente en temas de racismo y la situación sociocultural actual del país liderado por Joe Biden.