Una de las preguntas más frecuentes entre lectores y futuros periodistas es ¿quién sigue comprando periódicos y revistas? Tienen un punto a favor, vivimos la transición del papel a lo digital, pero de eso a considerar extintos los tabloides, los grandes formatos y los semanarios hay un trecho muy grande por recorrer, y sería un error demeritar su poder y alcance. El mejor ejemplo de lo anterior está en el director Wes Anderson y su película The French Dispatch, estrenada en el Festival de Cine de Cannes.
Nos trasladamos a la ciudad de Ennuir-sur-Blasé, no hace falta googlearla porque es meramente producto de la imaginación y sus palabras evocan una localidad carente de apatía, donde se publica la revista The French Dispatch y se cruza con algunos sucesos en transcurso, todas como parte del mismo destino y desenlace. La ficción tiene una principal motivación: la fascinación del realizador texano por las páginas y el contenido de la revista The New Yorker.
La revista comenzó su edición en 1925 y en cuatro años estará celebrando su centenario, un espacio para la investigación, la ficción, el ensayo, la crítica y toda la gama de géneros literarios que aporten y sean congruentes con la línea liberal impuesta por los ideales de sus creadores Harold Ross y su esposa Jane Grant. Anderson ha llevado su amor por esta publicación al grado de ser un lector, suscriptor y coleccionista de sus ediciones físicas, que claramente encuentran su valor por el texto ofrecido y las ilustraciones que lo acompañan.
En la película, que estaría estrenando el 22 de octubre en salas, se cuenta la historia del movimiento estudiantil francés de 1968, a través de la historia de la periodista Lucinda Kremetz (Frances McDormand) y los rebeldes universitarios Zeffirelli (Timothée Chalamet) y Juliette (Lyna Khoudri), inspirada directamente en el reportaje de la escritora Mavis Gallant, Los Eventos de Mayo: Un Cuaderno de París, publicado a doble página en The New Yorker en 1968.
La revolución moderna comenzó con la exigencia de una reforma educativa, de mejores condiciones laborales y la adopción y promoción de un pensamiento antibélico, oponiéndose directamente a la guerra de Vietnam. El movimiento no triunfó en forma política pero sí en ideología, promoviendo el feminismo, el sindicalismo justo y la libertad de expresión, y cabe señalar la directa influencia que los galos tuvieron sobre los estudiantes mexicanos, quienes, tristemente, acabaron neutralizados por las armas del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y todo reportado por los principales periódicos nacionales, cuyas consultas están disponibles en sus hemerotecas.
También, Anderson retomó la investigación Los Días de Duveen, de S.N. Behrman, quien cuenta la vida del vendedor de arte Joseph Duveen (renombrado Julien Cadazio e interpretado por Adrien Brody en la película), un hombre audaz que promovió estatus social a través de la posesión de obras de arte. El punto curioso es que su reputación se vio manchada por ser acusado y demandado por vender pinturas falsas y el daño de grandes obras a causa del mal trabajo de los restauradores a su mando. El británico murió a los 69 años consecuencia del cáncer.
La tercera y última línea habla directamente del mundo editorial al interior de The French Dispatch, liderado por el editor en jefe Arthur Howitzer Jr. (Bill Murray) y su equipo de colaboradores y reporteros Herbsaint Sazerac (Owen Wilson), Alumna (Elisabeth Moss), Hermes Jones (Jason Schwartzman), entre otros personajes en la búsqueda de la publicación de su último número. La estética, los personajes, el edificio y el estilo editorial encuentra en The New Yorker el modelo a seguir.
La crítica se ha volcado positivamente en el filme, producido por Searchlight Pictures, una filial de Walt Disney luego de la adquisición de Fox en 2019, por lo que se piensa podría tener un lanzamiento en plataformas propias, como Disney+ o Star+. "Se trata de un periodista que lucha por escribir lo que le interesa comunicar. No es sobre la libertad de prensa, pero cuando hablas sobre periodistas lo haces desde el punto de vista real", explicó Anderson a un medio francés.
Las anteriores líneas forman parte de lo poco expresado por el cineasta, quien declinó ofrecer una conferencia para explicar detalles de esta historia, una ironía total de acuerdo con la narrativa. Sin embargo, la virtud de esta cadena de sucesos es la redención y el espaldarazo total a un formato presumiblemente en extinción, acorralado por la vorágine de portales en la web, pero que deja una lección muy clara: en papel se ha escrito la historia de la humanidad.