Tal como las anteriores entregas del universo cinematográfico creado por James Wan, El conjuro: El diablo me obligó a hacerlo está basado en hechos reales, aunque sabemos que la clasificación es más bien parte de una muy buena campaña de publicidad.
Esta nueva entrega, que marca la tercera de la historia individual de Ed (Patrick Wilson) y Lorraine Warren (Vera Farmiga), se atrevió a tirar la fórmula clásica que venía manejando El conjuro: esta vez la acción no termina con un exorcismo, sino que la labor de los demonólogos se extiende hasta la corte con el famoso caso de homicidio que le da título a la película. Pero, ¿qué tanto de lo que vemos en pantalla es verdad? ¿Cuál es el personaje que eliminaron?
EL HOMICIDIO
El asesinato de Alan Bono (Ronnie Gene) ocurre a través del mismo método que vemos en la cinta, pero las circunstancias fueron diametralmente distintas en la realidad. En una entrevista que ofrecieron a People los involucrados en el caso Cheyenne, declararon Arne (Ruairi O'Connor) perdió los estribos cuando vio que Bono acosaba a una de las primas pequeñas de Debbie (Sarah Catherine Hook), novia y posterior esposa del primero.
Según Wanda, hermana del acusado que también estuvo presente en el altercado, Arne se transformó en alguien agresivo a quien no podían frenar durante el ataque: "Se convirtió en una piedra, me era imposible moverlo", aseguró la chica a la revista. El desenlace es el que conocemos, Bono murió y Arne caminó perplejo lejos de la escena.
FAMILIA INCOMPLETA
En El conjuro: El diablo me obligó a hacerlo conocemos a los Glatzel, quienes piden ayuda al par de demonólogos más conocido de Estados Unidos para combatir al demonio que se había alojado dentro de su pequeño hijo David (Jullian Hilliard), de tan solo 10 años.
Ed y Lorraine logran expulsar con éxito a lo que fuera que mantenía preso a David, pero antes de terminar el exorcismo, un demonio entró al cuerpo de Arne, quien para entonces se había mudado a casa de los Glatzel para ayudar a su pequeño cuñado a sobrellevar la posesión.
Una parte de familia Glatzel concuerda en que tanto David como Arne tenían trances en los que hablaban sobre haber visto a la "bestia", un monstruo negro y terrorífico que los acechaba a cada momento. En la producción cinematográfica dirigida por Michael Chaves no se puntualiza mucho este detalle y, en cambio, se integra a la historia una sacerdotisa satánica (Eugenie Bondurant) para complicar la trama.
'El conjuro 3': Todo lo que debes recordar antes de ver la tercera parteLa familia Glatzel estaba conformada de cinco personas, pero en la adaptación solo conocemos a cuatro. Y no es que Chaves y su crew hayan hecho mal las cuentas, sino que Carl --otro de los hijos Glatzel-- arremetió en el 2007 contra Lorraine Warren, demandándola por haber inventado la historia de posesión.
Según una nota publicada en 2007 en Newstime, Carl demandaba a Lorraine y al escritor Gerald Brittle por la novela "The Devil in Connecticut", en la que se narraba el viacrusis de los Glatzel. El mayor de los Glatzel declaró que nada de lo que relataban la demonóloga y el escritor era cierto: su hermano menor (David) no estaba poseído, sino que sufría de una enfermedad mental de la que ya estaba recuperado, afirmó el mismo año de su demanda.
Carl fue uno de los principales detractores de los Warren (que de por sí ya tenían muchos) y el caso del demonio en Connecticut, por lo que no fue incluido en el recuento de los daños que presenciamos en pantalla grande con El conjuro: el diablo me obligó a hacerlo.
Sin importar cuántas y cuáles han sido las libertades creativas que la producción de El conjuro se ha tomado en cada una de sus entregas cinematográficas, El conjuro 3 te encantará si eres fanático a más no poder de la franquicia.
