Ed (Patrick Wilson) y Lorraine Warren (Vera Farmiga) están a punto de volver con un oscuro caso en El conjuro 3: El diablo me obligó a hacerlo. Se trata del juicio de Arne Cheyenne Johnson (Ruairi O’Connor), un homicida que justificó su crimen con la misma frase que da título a la tercera película de la saga, por esta razón, su director Michael Chaves (La maldición de La Llorona) la ha calificado como la más oscura de las entregas de la franquicia.
El asesinato perpetrado el 16 de febrero de 1981 obligó a que la pareja de investigadores paranormales cooperara con las autoridades de Brookfield, Connecticut, porque, hasta ese día, el pueblo nunca había registrado un episodio tan violento y controversial que la cadena Discovery Channel se dedicó a documentarlo en un episodio de su serie A Haunting. Es decir, estamos por presenciar una representación de lo que pasó en la vida real.
Ese día, Arne se fue a echar unos tragos con su novia Debbie Glatzel (Sarah Catherine Hook), y Alan Bono, el casero de esta última, los acompañó. De regreso a casa, ya con el alcohol encima, Bono acosó a una de las amigas de Debbie y, en un episodio de furia irracional, Arne tomó un cuchillo para apuñalarlo brutalmente en el estómago y el corazón. La escena, según reportes locales, fue tan explícita que los mismos policías, al vivir en un pueblo tan tranquilo, se vieron desconcertados, pero atribuyeron el arranque a una discusión por estar tomando.
'El conjuro 3': Ellos son los demonios que aparecerán en la película
De acuerdo con Washington Post, la hermana de Arne les dijo que su pariente estaba bufando como una bestia y, tras hundir el acero contra la carne de Bono, huyó con la mirada perdida por el bosque. “Bono estuvo parado durante uno rato, hundiendo sus manos contra la herida. Después cayó muerto”, narró. Al ser procesado de forma automática, el asesino declaró en defensa propia haber estado poseído y no soltó la versión. Aquí dejaremos los detalles paranormales, porque es cuando entran los Warren y se desarrolla el filme.
Lynn Darlling, la periodista para el Washington Post, narró que el abogado defensor Martin Minella se vio tan rebasado por el caso que viajó a Inglaterra para encontrarse con colegas a cargo de sucesos similares. Básicamente, los juzgados, la población y el mundo entero jamás creyeron en la versión de haber sido poseído a la hora del crimen, excepto su parte legal y los Warren. "Tengo confianza. Si pudiera ponerles al Papa les diría que Arne es un tipo poseído por un demonio, que no es responsable", destacó el abogado, según el reportaje fechado en septiembre de 1981.
Desafortunadamente, al no existir pruebas científicas para probar la existencia de las posesiones, un tema todavía bajo mucho escepticismo, el juez Robert Callahan desechó toda la evidencia otorgada y lo condenó por homicidio en primer grado a una condena de 10 a 20 años de prisión, de los cuales sólo cumplió cinco. Fue liberado en 1986 por buena conducta al interior del penal y estuvo casado con Debbie desde 1984, desafortunadamente ella falleció hace poco de cáncer, según dijo el director a Digital Spy.
Debbie y Arne siempre apoyaron a la pareja de investigadores en sus teorías sobre la posesión, aún por encima de los familiares de ella, quienes demandaron a Ed y Lorraine por supuestamente mentir y lucrar con los sucesos en su familia a través del libro The Devil in Connecticut, editado en 1983. ¿Por qué los Glatzel arremetieron contra los Warren? Eso es lo que deben descubrir en El conjuro 3: El diablo me obligó a hacerlo, que estrena en cines de México el 2 de junio del 2021.
