Como siempre lo hace, el festival de Toronto se lució también en su presentación de documentales. El que más disfruté fue The Way I See It sobre Pete Souza, el fotógrafo del expresidente Barack Obama que ha alcanzado cierto nivel de celebridad por sus ataques a Donald Trump contrarrestados con fotografías de su antecesor; es emotivo y empático y llega en un momento importante en que este tipo de historias se necesitan más que nunca.
Destacables también 76 Days que pone cámaras dentro de un hospital en Wuhan, China, durante la crisis del coronavirus. También, No Ordinary Man, sobre el músico trans Billy Tipton, su legado e historia familiar. El afamado Werner Herzog presentó un documental llamado Fireball: Visitors from Darker Worlds sobre meteoritos que es exactamente eso, y en la excelente Underplayed se presenta el caso de la ausencia de representación femenina en la cultura popular respecto a la música electrónica. The Truffle Hunters sigue a unos simpáticos perros en Italia que se dedican a encontrar trufas; y en MLK/FBI se presenta un fascinante retrato de la vigilancia que se le impuso a Martin Luther King conforme se iba haciendo más poderoso. El que me quedó a deber fue J Balvin, cuyo documental The Boy from Medellín lo sigue a través de su despertar político y el subsecuente concierto que dio en su natal Colombia, pero se queda muy por encima y carece de profundidad y estructura.
Notable también la representación de películas con contenido LGBTQ+ en el programa, encabezadas por las ya mencionadas Ammonite y Summer of 85, pero también por Good Joe Bell, con un sólido Mark Wahlberg que recorre el país hablando sobre los efectos del bullying después de que su hijo gay lo sufriera en carne propia; Falling es el debut detrás de las cámaras de Viggo Mortensen, como un hombre gay que debe cuidar de su padre enfermo que además es racista y homofóbico, pero la película busca cierta redención y se queda corta en lograr un impacto más allá del hartazgo; y Saint-Narcisse, poco convencional como todo el cine del director de culto Bruce LaBruce, pero quizás su obra más accesible.
Un tema recurrente que también encontré, y que es digno de mención dada su escasa representación en el cine, es el de los hombres trans, pues además del documental No Ordinary Man, también se vieron en dos ficciones europeas: A Good Man de Francia, y Neubau de Alemania. La primera es más destacable y también ha causado cierta polémica por tener a una actriz –en la figura de Noémie Merlant– interpretando a un hombre trans; el tema queda sobre la mesa de debate, pero la película está filmada con mucha sensibilidad por la directora Marie-Castille Mention-Schaar y los temas que toca son de gran interés tanto dramático como discursivo.
La presencia mexicana se dejó sentir con mucha fuerza en la figura de Nuevo orden, pero también se proyectó hacia el final del festival la nueva producción del director Nicolás Pereda, Fauna. La película, que además viajará a los festivales de Nueva York, San Sebastián y Morelia, es una meta sátira sobre la interpretación y el falso glamour del narco, dura 70 minutos y es más exitosa en ideas que en ejecución, pero el resultado final es subversivo y después de verla no podía dejar de pensar en ella. Cabe destacar también la presencia de Eiza González en la comedia negra I Care a Lot, como coprotagonista junto a Rosamund Pike; si bien la película no se presentó a la prensa, la respuesta que recibió de quienes la vieron fue muy positiva.