Como decía al principio de este especial, el valor de Dark está en que sus creadores supieron cómo formar una historia con bases de mitología, filosofía y bagaje cultural, ofreciéndonos a la vez un repaso por la historia y una trama repleta de ciencia ficción y misterio en una serie de Netflix.
La mitología griega es una piedra de toque de Jantje Friese y Baran Bo Odar. En la serie el mito de Ariadna y Teseo está representada claramente en el amor de Martha (Lisa Vicari) y Jonas (Louis Hofmann), tanto de manera intrínseca (la relación imposible y trágica en sí) como extrínseca (la obra teatral que se monta en la escuela de Winden protagonizada por Martha).
El mito cuenta que Ariadna se enamoró de Teseo, hijo del Rey de Atenas, quien acudió a Creta para enfrentarse al Minotauro. Gracias al hilo rojo que ella le da a Teseo, éste puede salir victorioso del laberinto (como pasó con Ulrich (Oliver Masucci) en la segunda temporada). Sin embargo, el amor se ve frustrado y no hay una sola versión del porqué. Algunas aseguran que Teseo la abandonó, otras que Dionisio tuvo la culpa de la separación, pero en realidad nunca se concluye definitivamente.
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Hablemos ahora de Adam (Dietrich Hollinderbäumer) y la conversación que sostiene con Claudia (Lisa Kreuzer) en la recta final de la tercera temporada. Claudia, que descubrió el origen del los problemas en Winden, le recrimina a Adam no haber comprendido cómo se juega con el tiempo y le explica que, de no tenerlo claro, su castigo será eterno a menos de que haga lo que le ordena.
Es común tener en las historias de ciencia-ficción al personaje del científico que, a pesar de sus buenas intenciones, termina pactando su propia sentencia; probablemente un arquetipo que nació con el Dr. Frankenstein de Mary Shelly, la autora que trazó el camino para lo que sería este género literario.
En Dark podemos concebir a Adam como un nuevo Frankenstein. Pretende dominar el tiempo, ofrecer a los suyos y a la humanidad el Paraíso, pero en el camino se ha desfigurado el rostro y se ha visto condenado a repetir una y otra vez el eterno ciclo de tragedias. La repetición de los sucesos que más le duelen a Adán es el castigo que se ha ganado, así como pasó con Prometeo que robó el fuego para los hombres. Dicho titán griego fue condenado a que un ave comiera diariamente su hígado, el cual se regeneraba por las noches para que el ciclo continuara eternamente.
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