Como se los contamos hace algunos días, el pasado 29 de abril comenzó Ambulante, el certamen fílmico que alberga puros documentales en su programa y da distribución a estas películas que no siempre tienen los reflectores de la audiencia. Silencio radio abrió las actividades e inclusive se volvió tendencia en redes sociales por el contenido relacionado al despido de Carmen Aristegui del noticiero de MVS, sin embargo, otro de los títulos esperados para esta edición adaptada al consumo desde los hogares es Yermo, el reciente proyecto del documentalista: Everardo González (La libertad del diablo).
La cinta es un relato muy personal con tintes de improvisación que expone a diversas personas y su forma de vida en lugares tan remotos que parecieran vivir en un mundo diferente, específicamente en los desiertos de México, Mongolia, India, Estados Unidos, Perú, Islandia, Namibia, Marruecos y Chile. “La película es un ejercicio de libertad” es como describe el director a su nuevo trabajo en una entrevista telefónica que SensaCine México le realizó por motivo de su estreno en Ambulante el 2 de mayo.
La perspectiva ambigua es una de las características principales de Yermo, lo que invita al espectador a hacer una reflexión sobre el entorno: “No tengo muy claro lo que quiero transmitir realmente,” confiesa Everardo: “Tengo más o menos claro qué es lo que se intentó contar y son varias cosas. Me interesa mucho hacer esta reflexión en torno a cómo nos miran aquellos a quienes filmamos en el documental; cómo nos conciben o qué les significamos. El cómo nos miran a nosotros que somos lo exótico. Además de ciertas reflexiones en torno a la vida; a la relación del hombre y su entorno, del hombre y las bestias; a la tradición milenaria de seguir las rutas de las grandes bestias…”
Hacer una revisión de los espacios donde nacieron las civilizaciones filosóficas. Hablar de los roles familiares. Una mirada hacia lo primitivo.
Y justo la espontaneidad del proyecto nació de una propuesta que originalmente no tenía la intención de realizar un filme: “Lo más desafiante fue que la película no nació como tal; esto existe gracias a que el fotógrafo Alfredo De Stefano me invitó en 2013 a seguir su trabajo. Con el tiempo eso fue mutando a la película que tenemos, en donde entró no como protagónico, sino como coproductor.”
Obviamente esto implicó retos, ya que había que aprovechar la oportunidad, pero al mismo tiempo improvisar para desarrollar el proyecto y darle forma de documental: “Lo más complicado era encontrar algo qué contar en un proyecto con poca planeación para ser una película. No había muchos procesos de investigación previos. Me enteraba con muy poca antelación de a dónde íbamos a ir. Permanecía muy poco tiempo en cada lugar que se filmaba. Había que improvisar rápido para no desaprovechar la estancia…”
La incomprensión se convirtió en la virtud del proyecto. Cuando recibimos las traducciones fue que la película encontró su forma y sentido.
Hablando de la forma en que se comunicaban con las personas que vemos en Yermo, González y sus compañeros iban acompañados de guías, quienes hacían el primer contacto con las familias y gente a quienes filmaron, de otra manera hubiera sido muy complicado hacerlo: “Siempre viajamos con guía porque es muy fácil perderse en esos lugares. Aunque parezca fácil manejar en las dunas es muy difícil y ellos de alguna forma servían como intérpretes, aunque interpretaban lo que querían, pero eran la primera llave para que las personas y familias cedieran. El resto era tratar de conversar y filmar la cotidianidad a manera de secuencias sin tener todavía una idea de su integración en una película. El hecho de estar viviendo con las familias ayuda a que también estés en los momentos íntimos.”
Sin duda Yermo tiene sus características únicas que, si bien lo despegan de la forma de contar que le hemos visto a Everardo González a través de otros documentales, sirve como un testigo de lo que ocurre en regiones muy remotas. Pero para el cineasta no hay tiempo qué perder y ya está trabajando en su siguiente película de la que nos contó un poco y que se asemeja en tema, pero no es forma a La libertad del diablo:
Estoy trabajando en proyecto que se llamará ‘Una jauría que se llama Ernesto’. Lo que cuenta es el encuentro de las armas y los adolescentes en México.
Y la actual pandemia que nos ha obligado a permanecer en casa también ha significado el inicio de otra potencial producción de la que Everardo ya tiene la idea: “También quiero trabajar una cosa que empecé durante el confinamiento que tiene que ver con la construcción de los liderazgos carismáticos y los feligreses.”
Así que, como se ha hecho costumbre, los siguientes proyectos de Everardo González lucen interesantes, pero mientras esperamos a saber más sobre ellos se puede dar un vistazo a Yermo, parte de Ambulante que se lleva a cabo desde el pasado 29 de abril y hasta el próximo 28 de mayo.