La segunda temporada de La casa de las flores nos dejó con varias sorpresas. Luego de la huída de Virginia, la familia de la Mora recibió una misteriosa caja, de parte de la matriarca, que nadie se atrevía a abrir porque esperaban a que toda la familia estuviera reunida para hacerlo. Cuando Paulina (Cecilia Suárez) regresa a México desde Madrid, luego de que le avisaran que el testamento había sido impugnado, deciden abrir la caja y el contenido no es del todo el que esperaban: una peluca, un celular, el anillo de la abuela y algunas fotos de Paulina, Elena, Salo y Ernesto de la Mora.
Todo lo que hay dentro de la caja será una pista (o algún pretexto) que llevará a los hermanos de la Mora a descubrir la identidad de un generoso benefactor, que apoyó a Virginia con los gastos de su quimioterapia, así como la del último amante de su madre.
En esta segunda temporada los hermanos favoritos de la televisión mexicana deben resolver conflictos personales que no los han dejado avanzar. Julián se convirtió en padre y necesita dinero para la pensión alimenticia, por lo que se volverá scort y, al mismo tiempo, intentará que su relación con Diego funcione. Elena se ha convertido en una importante arquitecta, pero su adicción a los hombres la llevará...¡hasta la casa de Dios! Mientras que Paulina se enamorará de la persona incorrecta, poniendo en pausa su matrimonio con María José.
Aunque hubo muchas risas, en esta segunda entrega también hubo villanos que nos desquiciaron, la peor de ellas Jenny Quetzal, lider de una secta espiritual que buscaba quedarse con el dinero de Ernesto de la Mora, quien cayó profundamente enamorado de ella luego de superar el duelo en el que vivía por la muerte de Virginia. La tercera temporada de La casa de las flores se estrenó con éxito el 23 de abril a través de Netflix.