Ya comentamos que definitivamente la trama dio un giro positivo para evitar los muchos tropiezos de la segunda temporada, sin embargo, también estos episodios tuvieron sus defectos. Hay algunas subtramas que realmente fueron superficiales. Se entiende el camino social a los que apelan en algunos casos, pero la forma de resolver las situaciones no fue la mejor. Se nota que en ciertas partes se prestó mucha más atención que en otras y, a final de cuentas, si se omitían pasajes específicos en realidad no pasaba nada, como lo que le ocurre a Diego (Juan Pablo Medina) o incluso en parte a Elena.
Por otro lado, no todo lo del pasado funciona y ahora vemos una nueva dinámica entre dos de los personajes que conocemos desde la primera temporada, lo que orilla a pensar que esta trama sí estuvo exagerada, ya que buena parte de lo que habíamos visto sobre ellos temporadas atrás ahora se resquebraja en aras de ponerle cierto sabor al final. También hay momentos en los que las actuaciones son algo exageradas, lo que te desconecta por momento de lo que estás viendo.
Por otro lado, hay una motivación evidente por realzar la diversidad de género y romper tabús sobre la homosexualidad, sin embargo, esto se toca recurrentemente, lo que provoca que un mensaje social que pudo haber lucido natural se convierta en algo forzado para atraer la atención. Eso sin dejar a un lado, que hay subtramas que quedan flotando y no se les da un cierre claro.
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