Netflix decidió aventurarse y alejarse con cada paso de acontecimientos meramente científicos y médicos. Si lo analizamos, el gigante del streaming bien puede buscar variadas opciones que sean entretenidas para un público que quiere liberar sus pensamientos por la pandemia que nos atañe y olvidarse de las formalidades del tema.
Por ello uno de los elementos más atractivos de Freud es la inclusión del factor paranormal entremezclada con la ciencia que mantenía como estandarte el médico; con este argumento el personaje Fleur Salomé (Ella Rumpf) presenta los elemento energéticos y conexiones con la muerte dignos de mantener el suspenso narrativo de la historia.
Además, muestra el encuentro cara a cara de las creencias populares ante la respuesta objetiva y científica de los médicos; sabemos que este enfrentamiento siempre ha dado de qué hablar a través de la historia, elemento que es bien explotado en la serie y que da un entretenido balance al espectador.
Y como bien lo mencionamos en un principio: esto podría dividir rotundamente al espectador ya que se aleja por completo de la imagen tradicional de Sigmund Freud para exponerlo ante creencias paranormales, temibles asesinatos y personas con habilidades sombrías. No vas a encontrar a un estudioso y técnico Freud, pero sí a uno intrépido que se regodea con todas las clases sociales de Viena en 1880 y se enfrenta a hechos paranormales.
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