Uno de los grandes momentos de la cinta animada es aquel que reúne a la feroz Mulán y al gran Emperador de China una vez que Shan-Yu fue derrotado; esto recupera la paz y seguridad en el Imperio y por ello le es ofrecido cualquier tipo de recomenza, finalmente no siempre salvas a millones de personas en una sola noche.
Es en ese momento cuando el Emperador decide otorgarle su medallón para que su familia sepa lo que hizo por él y también le obsequia la espada de Shan-Yu para que el mundo sepa lo que Mulán hizo por China. Suena poético, ¿no es cierto? Bueno, de acuerdo con la cultura china esto fue mal visto en aquel entonces ya que es incorrecto velar por sus intereses personales; este elemento de reconocimiento individual parecía demasiado para el público de aquel país.
Inclusive si recuerdas bien, al final de la cinta cuando Mulán ve nuevamente a su padre y lo abraza, el primer reflejo es entregarle el medallón y la espada para evitar que su padre piense en una deshonra; sin embargo (aquí el reflejo de la perceción china real), rechaza todos estos reconocimientos y argumenta que lo único que le importaba era poder verla nuevamente, nada rebuscado.
Y por su fuera poco, la verdadera historia dicta que Mulán únicamente le solicitó al Emperador la oportunidad de cabalgar de vuelta con su familia, sin premios, reconocimientos o puestos de poder tal y como lo sugirió la versión animada de Disney. Es por ello que el live-action se asentará más en las creencias chinas y sus valores simbólicos y no buscará mensajes políticamente correctos que realcen de manera errónea el personaje de Mulán, al menos eso busca la producción.
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