No es un secreto que Cats fue un fracaso tremendo en taquilla e incluso las previsiones apuntaban a que perdería aproximadamente US$75 millones. Parte de la culpa era la pobre adaptación que hicieron en el guion en comparación con la exitosa obra de teatro que tan clásica se ha vuelto con el paso de los años, sin embargo, otro departamento que no estuvo precisamente a la altura de una gran producción fue el de los efectos visuales, ya que reamente lucían muy deficientes los arreglos por computadora que hicieron sobre los personajes.
Por ello, James Corden y Rebel Wilson, dos de los protagonistas de la película, aprovecharon su breve participación en los Oscar como presentadores e hicieron un poco de mofa diciendo: “Como miembros del elenco de la película de Cats, nadie más que nosotros entienden la importancia de buenos efectos visuales).” Si bien causó gracia entre varios de los presentes en el Dolby Theatre e incluso se escuchó una de las carcajadas más ruidosas de la noche, no a todos les pareció divertido lo que sucedía, especialmente la Sociedad de Efectos Visuales (Visual Effects Society), que expresó su disgusto en un comunicado compartido a The Hollywood Reporter:
“Al presentar el Premio de la Academia por Efectos Visuales Sobresalientes, los productores optaron por hacer de los efectos visuales el punto de partida y sugirieron que los efectos visuales malos eran los culpables del mal desempeño de la película Cats. Los mejores efectos visuales del mundo no compensarán una historia mal contada.”
Y continuaron con un tono menos sutil y con mayor enojo por lo ocurrido: “En una noche que se trata de honrar el trabajo de artistas talentosos, es inmensamente decepcionante que La Academia convirtiera los efectos visuales en el blanco de una broma. Se humilló la comunidad global de profesionales expertos en efectos visuales que realizan un trabajo excepcional, desafiante y visualmente impresionante para lograr la visión de los cineastas…
Nuestros artistas, técnicos e innovadores merecen respeto por sus notables contribuciones al entretenimiento filmado y no deben presentarse como el chivo expiatorio demasiado conveniente en servicio para reírse.
El comunicado finaliza haciendo mención sutil a que el gremio de cinefotográfos y de editores fílmicos también fueron ofendidos durante la ceremonia: “En el futuro esperamos que La Academia honre adecuadamente la artesanía de los efectos visuales (y todas las artesanías, incluida la cinematografía y la edición de películas) porque todos lo merecemos.”
Así que una broma desató con toda razón el enfado del gremio de quienes trabajan en los efectos visuales. Una disculpa de La Academia no sería mal recibida.