Si de especialidades de la casa se refiere, el famoso humor negro, sexual y políticamente incorrecto de BoJack y compañía vuelve de la misma forma con la que nos hizo reírnos incómodamente temporadas anteriores. No porque se trate de la última temporada iban a cambiarlo, no fue más intenso e irresponsable ni se olvidaron del mismo.
Digamos que la mesa de escritores tienen bien clara la medida para realizar la fórmula cómica de la serie. Tal vez podría pensarse que al tratarse del gran cierre de Bob-Waksberg la historia tomaría niveles nunca antes vistos para generar mayor impacto, sin embargo, esto no fue necesario y se fueron fieles al ritmo narrativo con el que arrancaron esta serie.
Esto va de la mano con la evolución de Princesa Carolyn, Diane, Todd o el sonriente Mr. Peanutbutter, quienes fueron cambiando con un proceso natural y coherente de acuerdo a sus propias elecciones y caminos de vida, porque parte de la complejidad de esta producción es que cada personaje va trazando su propio camino y al igual que el gran protagonista son capaces de enamorarse, sonreír, perderse en la tristeza y soñar con una mejor vida. Y sí, seguimos hablando de una serie animada.
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