Hemos hablado de la atractiva apuesta en el libreto de sus creadores y del esfuerzo visual que Netflix impuso para contar la historia del aclamado conde Drácula sin la necesidad del uso excesivo de efectos especiales y CGI. Para optar por esta camino se requirió de talentosos actores comprometidos en esta oscura propuesta.
Es verdad que son tan sólo tres episodios, sin embargo, rondan la hora con 30 minutos cada uno de ellos y esto es sostenido por los hombros de Claes Bang y Dolly Wells, este par encarnan al bien ante el mal, la sangrienta necesidad de la vida y la valentía y arroja que tanto ha caracterizado a la familia Van Helsing.
Sí, una vez más Drácula y un miembro de la legendaria familia caza monstruos se ven las caras. Siempre se requiere de una contraparte que incline la balanza a favor de un atractivo drama oscuro nacido en los rincones más fríos de Transilvania. Y es con elocuentes entonaciones y movimientos corporales que Claes Bang se hace rápidamente de la confianza de todo aquel que le ve interpretar al poderoso y enigmático Drácula. No hay duda que nació para este papel.
Por otra parte, Dolly Wells es capaz de sorprender en múltiples ocasiones por su naturalidad al momento de interpretar a dos personales diferentes, pero íntimamente relacionados; la seguridad al momento de recitar sus diálogos y el empoderamiento que dan a la raza humana ante un poder mayor como lo es Drácula, es sencillamente adictivo una vez que estás frente al televisor. Sin este par es muy probable que la serie hubiera tomado un rumbo distinto.
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