Finalmente llega a la cartelera nacional El faro, el nuevo filme del director estadounidense Robert Eggers (La bruja). Si el nombre del cineasta no te suena familiar, no tardará en serlo, ya que sin duda su trabajo será una constante en el futuro de la industria cinematográfica. Si bien, y no es nada menor, es reconocido como el director de La bruja, con El faro apuesta por una visión mucho más artística y experimental, pero que se integra sin chistar en las anales de la historia fílmica por su calidad, experiencia visual y sensorial que ofrece. Eggers es parte de la ola de cineastas que están abordando el género de horror con distintas ópticas, como Jordan Peele (Nosotros), David Robert Mitchell (It Follows) o Ari Aster (Midsommar), y el camino que va sembrando es bastante sólido con tan solo dos filmes en su haber.
En El faro podrán ser testigos de una diatriba casi teatral entre dos histriones: Willem Dafoe y Robert Pattinson, éste último se pone al tú por tú con Dafoe con una habilidad y control de la escena que impresiona, por eso es uno de los actores jóvenes mejor posicionados en este momento.
La premisa del filme es sencilla, cual si se tratara de una leyenda urbana: dos hombres son asignados a trabajar durante seis semanas en el faro de una isla remota en la Nueva Inglaterra del siglo XIX. Sus nombres Ephraim Winslow (Pattinson) y Thomas Wake (Dafoe). Como son llamados poco importa, ya que durante el tiempo que conviven el universo se hace tan pequeño que la cordura empieza a pender de un hilo y el que jale más pronto quizá sea el que tenga más que perder. La película nos remonta a un cine que se dejó de hacer hace décadas y su manufactura en blanco y negro le suma a la sensación. Eggers platicó en el podcast de Cinema Blend, por qué era vital la decisión de filmarla de esta forma:
“Los negros funcionan de pronto de una forma muy satisfactoria, como un bonito micro contraste y como grano muy texturizado. Y sí, es un poco plano y primitivo, pero de un modo ayuda a la atmósfera brusca, gastada, herrumbrosa y húmeda de la película y sirve para transmitir la desolación y la austeridad del estilo de vida de estos hombres y de esta isla, mucho mejor que si hubiéramos rodado digital con color.”
Robert ahondó en cuanto a las diferencias que iba a ser filmar la cinta en color, principalmente las dimensiones iban a ser distintas y la sensación de encierro que produce no iba a ser la misma, así como el efecto de hastié que tiene tanto en Thomas como en Epharim: “Resulta que el espacio donde rodábamos era muy distinto en color, particularmente la casa en la que viven Wake y Winslow. El interior de la casa estaba muy bien y limpio, seguramente más de uno querría vivir ahí y esa no era la idea.”
Las decisiones creativas del cineasta tienen argumentos sólidos y, por ende, creativos y así calla las bocas de aquellos que lo tachan de pretencioso. Eggers está a punto de iniciar rodaje de The Northam, una historia de vikingos que tiene como protagonistas a Alexander Skarsgård, Nicole Kidman y Anya Taylor-Joy, con quien repite después de haber hecho La bruja.