Tal parece que es más sencillo arrancar una historia, plantear nuevas situaciones y acompañarlas con refrescantes personajes, haciendo que todo gire alrededor del envolvente protagonista. Sin embargo, crear cierres, llegar a conclusiones objetivas y que tengan la capacidad de conectar adecuadamente con el camino de cada personaje no es precisamente fácil.
Y es justamente aquí donde la segunda temporada flaquea; llegado el momento y con el clímax hasta las nubes, algunas decisiones y actitudes dejan -en verdad- mucho qué desear. Llega el típico momento reflexivo en nuestra mente que dice: “¿En serio hizo eso? Pero no tenía sentido que actuara de tal modo, no él”.
Además la necesidad por llegar a una tercera temporada trae consigo algunas situaciones que, incluso a estas alturas, se vuelven hartantes y en extremo repetitivas. Esto trae consigo que pongas en duda el trabajo previo de Greg Berlanti y Sera Gamble, quienes habían mantenido entre atractivos clichés y guiños a leyendas del cine el suspenso natural que rodea a Joe Goldberg.
Tal vez nos estemos adelantando y tengas algunas sorpresas para la nueva temporada, o quizá comiencen a perderse en la obsesión por alargar la historia a tal grado que se pierda la esencia que tanto cautivo a millones de seguidores. Una vez que termines la nueva temporada podrás reconocer los múltiples momentos “oh, oh, ¿en serio otra vez?”