¡ALERTA, SPOILERS A CONTINUACIÓN!
Después de 42 años de haber iniciado Star Wars la saga de Skywalker ha llegado a su fin con el Episodio IX, el cual nos ha dejado varias revelaciones interesantes de analizar, como el regreso de Palpatine (Ian McDiarmid) y la forma en que logró sobrevivir todos estos años sin que prácticamente nadie lo notara. Sin embargo, hay un detalle que cobró mayor relevancia en la parte final de El ascenso de Skywalker: el nuevo sable de luz de Rey (Daisy Ridley).
Como pudimos notar en la secuencia, la protagonista está de vuelta en Tatooine, planeta en el que comenzó la franquicia hace más de cuatro décadas. Sin duda una elección nostálgica y acertada del lugar en donde debe terminar la saga tal y como la conocemos en la actualidad. Es ahí que Rey decide enterrar el sable de luz de Luke (Mark Hamill) y el de Leia (Carrie Fisher) y que le sirvieron anteriormente para derrotar al Emperador, para momentos después empuñar su arma de estreno: un sable de luz amarillo.
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