Es un tema que se ha puesto sobre la mesa en múltiples ocasiones, pero no las necesarias: la perspectiva de una mujer en el quehacer cinematográfico. No es noticia nueva, la desigualdad de género ha teñido de una oscura y cruel mancha al séptimo arte en México y el mundo, razón por la cual el Festival Internacional de Cine Tulum abrió un espacio en el que participaron mujeres cineastas para discutir este valioso tema.
Esto sucedió en una mesa redonda organizada dentro de un colorido hotel que presumía su cercanía con la costa caribeña de Tulum y distintas palapas de gran escala, en donde podía beberse una taza de café mientras terminaban las pruebas de sonido y llegaban las invitadas especiales: Theresa Ikoko (guionista), Jenna Bass (productora y escritora), Lucía Carreras (directora de Tamara y la catarina) y Natalia Beristain (directora de Los adioses).
Fue justamente la directora de Los adioses quien tocó el tan sonado tema de la “cuota de género” dentro de las producciones nacionales, hecho que aún se mantiene y por supuesto, impide el desarrollo de nuevos talentos: “Tengo dos películas como directora, proyectos absolutamente personales y llevo dos años trabajando en televisión ahora que ha habido un boom de series con las plataformas en México. Y sé que estoy cubriendo el espacio de cuota de género; necesitan una directora mujer, la que sea, porque en el imaginario colectivo todas las mujeres directoras filmamos igual.”
Estas decisiones son llevadas a cabo por una “necesidad política” ya que la gran mayoría de las producciones y sus encargados podrían “sentirse señalados”, apunta Beristain, recordando que este espacio aún puede ser bien aprovechado y de una manera u otra, servir como un lugar en el que las mujeres pueden ser realmente ellas y dejar clara su visión artística. No se trata de una solución, pero sí de una pequeña puerta que se abre.
Y manteniendo la metáfora de las puertas abiertas en el quehacer fílmico, la directora y guionista sudafricana, Jenna Bass, explicó cómo en su país se vive la misma situación de cuota de género, sin embargo, mencionó que también “es una responsabilidad mantener esa puerta abierta para que más mujeres puedan pasar.”
A través de los años la industria nacional ha luchado por quitar del imaginario público el concepto que contempla al cine mexicano como un género, bueno, algo similar sucede cada que una cineasta toma el control de una producción, explicó Lucía Carreras:
“Me pasa mucho cuando te preguntan de cine, pareciera que el cine hecho por una mujer es cine de género y como decía Natalia, creen que todas somos iguales; después haces la reflexión y no es que pensemos igual. Cuando se trata de representarnos como mujeres no lo hace necesariamente las minorías..."
Primero era: 'el cine de mujeres' y allí todas estábamos dentro de esa caja y ahorita que han comenzado a separarse las voces, me parece que hay un “avance”, se empiezan a escuchar y visibilizar voces que son distintas.
¿Existe una rápida solución? Tal vez no, es un problema que ha echado raíces con el paso del tiempo, sin embargo, de acuerdo con la puntual reflexión de Theresa Ikoko, psicóloga y dramaturga afro-británica, la respuesta está en “contratar más mujeres” y dejar de “hacer conversaciones del cómo resolver la desigualdad de género”.
Además argumentó que se debe buscar un balance en las conversaciones, cada vez que alguien le pregunta temas relacionados a su trabajo, siempre es desde una perspectiva diferente a la que le harían a un cineasta hombre: “¿Cómo es ser una mujer africana?”, en cambio a un hombre le cuestionarían sobre su perspectiva y apuesta artística.
Por supuesto esto es sólo una pequeña pieza en este complejo rompecabezas social y artístico, sin embargo, los avances han comenzado a surgir de apoco con algunas producciones escritas, producidas y dirigidas por mujeres. Esto no cambiará de la noche a la mañana, pero vaya que es importante tener algo bien en claro: el cine necesita más mujeres y no por cuota, por verdadera necesidad artística y humana.