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    FICM 2019: ‘Sanctorum’: La eterna búsqueda de la redención de un país

    El segundo largometraje de Joshua Gil forma parte de la competencia.

    Sanctorum es el título del segundo largometraje de Joshua Gil que, tras el éxito de La maldad, transcurrieron cinco años para su siguiente película. Ahora regresa con bombo y platillo para la 17 edición del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) en la sección oficial de largometraje ficción, parte de la competencia. El director tiene el antecedente de haber asistido al certamen en su fase de desarrollo dos años antes, ya que buscaban fondos.

    El filme ya fue estrenado internacionalmente ya que fue responsable de cerrar la semana de la crítica en el Festival Internacional de Cine de Venecia, convirtiéndose en la primera cinta mexicana en la historia en formar parte de la clausura de esta sección, lo cual fue importante para Gil:

    “Fue una experiencia muy fuerte, muy linda la verdad,” nos confesó en exclusiva el cineasta. “Vivirlo por primera vez fue algo muy fuerte, muy interesante. Ser los únicos mexicanos este año en ser invitados a clausurar la sección. Lo que sucedió con ‘Roma’ de [Alfonso] Cuarón y La forma del agua de [Guillermo] del Toro nos ayudó, logramos venderla y tener distribución internacional; regresamos con las manos llenas de Venecia.”

    Pero ¿de qué trata Sanctorum? Es un hibrido metafísico entre documental y fantasía de la desesperanza de un país ante el efecto del narcotráfico que, como efecto domino, terminan encontrándose ante un apocalipsis inminente. La historia sigue a un niño en busca de su madre – víctima del narco – en un bosque lúgubre; paralelamente hay varios escenarios de campesinos relatando su agonía e impotencia contra un sistema que los oprime y elimina, mientras ellos únicamente trabajan. No son criminales, pero no tienen otra opción. Como fábula terrorífica este mismo pesar afecta la naturaleza, la cual está agotada del maltrato a su gente, a sus campos, mientras opta por terminar con la humanidad.

    El filme sirve como denuncia en contra de la violencia generada hacia el pueblo indígena, mientras éste es acosado tanto por el ejército como por el narco. La película fue rodada en Oaxaca y una pequeña parte en Bolivia. La idea nació en la cabeza de Gil gracias a la investigación que leyó en un periódico acerca del campo mexicano y su manera de subsistir. En este artículo encontró cómo una generación de niños indígenas crecía en estos campos de marihuana y amapola, teniendo como padrinos de vida a estas figuras del narcotráfico.

    “Me pareció muy interesante y empecé a hacer una investigación en Morelia, Guerrero y Oaxaca. Encontré el problema y a partir de ahí fue desarrollar la temática con respecto a esto. Para mí lo más orgánico fue meter todo esto con el contexto del fin del mundo como lo conocemos.”

    La película está hablada en lengua mixe, originaria de Oaxaca. Ningún actor formó parte de la filmación, sólo personas sin esta formación. Hay secuencias con narcotraficantes y parte del ejército es real, aun si, la película sólo mantiene el halo de violencia que se respira en el país, pero se aleja de utilizarla visualmente.

    La decisión de Gil resulta oportuna, ya que como lo menciona, no necesitas ver sangre para saber que el pueblo está siendo asesinado y ahonda más en lo divino, lo espiritual y lo metafísico. De la misma manera, utiliza una serie de elementos técnicos, tanto en su edición como en su sonido, que terminan impactando en el espectador, porque lo introduce en la catarsis que están viviendo en la región mientras la película va avanzando. De igual forma, te va moviendo de arriba a abajo, manteniendo incertidumbre que te acongoja y no te suelta hasta el final. Ante este aspecto metafísico, Joshua Gil declara determinante: “Yo creo que el planeta Tierra es probable que sí que no sufra modificaciones tal cuales, pero la humanidad seguramente si terminará un ciclo muy pronto.”

    Su siguiente paso es en el FICM como parte de la selección, lo que significa mucho para el director y los involucrados debido al proceso antes mencionado. El viaje de Sanctorum apenas empieza, así como el prometedor futuro de un director al que le resulta vital investigar los recovecos más oscuros que sacuden al país para plasmarlos en la pantalla grande, pero dándoles una vuelta de tuerca siendo determinante en sus resoluciones y quizá más esperanzador que la realidad misma.

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