La película Cyrano Mon Amour de Alexis Michalik ha gozado de un éxito arrollador en Europa desde su estreno comercial a principios de este año. Ahora que finalmente se estrenará en México gracias al Tour de Cine Francés y la distribuidora Nueva Era, hablamos por teléfono con el director, actor, novelista, director y dramaturgo de 36 años para nivelar expectativas: "Estoy muy contento e impaciente de saber si al público mexicano le gustará", me dice en español –lo habla muy bien, pues lo estudió en la escuela y lo practica con sus buenos amigos latinoamericanos–. No debería de preocuparse tanto, su ópera prima es una de las propuestas más entrañables de las siete películas que componen el Tour de Cine Francés 2019.
Muchos, como yo, creen que la comedia sobre Edmond Rostand, autor de la obra más célebre del teatro francés, es el típico caso de adaptación al cine tras el éxito en otro medio. Esto es real y no. "La historia es más complicada que eso", me aclara. "Al principio yo quería hacer una peli y escribí este guión que intenté dirigir y producir en cine, pero no pude porque nadie le quería entrar. Entonces un día hablé con mis productores que me dijeron: 'Ok. ¿Y si la montamos en teatro?'. Me pareció buena idea y adapté el guión cinematográfico y resultó ser un éxito increíble en Francia. Las presentaciones empezaron en septiembre de 2016 y aún continuan, ya pasó las mil representaciones... Este éxito permitió la producción de la película, fue gracias al teatro que finalmente se rodó el guión. Fue bueno porque me permitió intentar cosas y probar si los diálogos funcionaban con el público". La cinta finalmente se empezó a rodar en la República Checa en 2018.
Dichas contratiempos me hicieron suponer que se sentiría indentificado con su propia versión de Edmond Rostand (encarnadao por Thomas Solivérès), el mismo quien peleara contra todo para montar Cyrano de Bergerac antes de que finalizara el año 1897. Incluso pensé que podría ser su alter-ego. Él ríe: "La ironía es que en la primer idea de esta historia, cuando la tenía en mi cabeza hace como 15 años –¿quée, a los 21 ya tenía estas ideas?– yo no me identificaba con un director o un autor de teatro, más bien me identificaba con Leo (Tom Leeb), el amigo que es actor. Fue hasta que comenzamos a ensayar que pensé: 'Este personaje que debe de creer en su propia obra soy yo'. Pero esa identificación apareció 15 años después de que apareció la idea..."
Una idea que necesitó de mucha lectura e investigación para plasmarse correctamente en su contexto histórico, pero sin querer convertirse en un retrato fidedigno de los hechos reales. "Éste es mi homenaje a la obra Cyrano de Bergerac. Él existió realmente, pero la pieza teatral es una invención, es un juego entre la realidad y la ficción, la historia que Edmond Rostand cuenta no es la verdadera. Y yo quise hacer lo mismo con él porque no es exactamente su verdadera historia. Es una ficción con situaciones y personajes verdaderos y reales, pero combinados con cosas que sí pasaron y cosas que no". Por el bien de la magia, hay veces es preferible mantenerse en el territorio de la ficción.
Es fácil recordar Shakespeare enamorado e incluso la mexicana Tercera llamada cuando uno se ríe con esta propuesta francesa. Hay retratos de actores de egos incontenibles, problemas con los inversionistas, bloqueos creativos, la impaciencia del público y, paradójicamente, para Michalik este complicado mundo es su "declaración de amor al teatro". Después de entrar Cyrano Mon Amour nadie podrá negarlo.
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