Uno de los recursos favoritos de Tarantino -que es típico del Western- es lo que se conoce como un Mexican standoff, que consiste básicamente en crear una situación de la que nadie puede salir victorioso; como la típica escena de cantina en la que todos desenfundan su pistola al mismo tiempo.
El término -muy utilizado por los gringos- no tiene un origen cinematográfico; surgió de una anécdota del siglo XIX que sucedió en la Ciudad de México, en la que supuestamente dos carruajes se encontraron de frente en una calle estrecha y ninguno de los conductores quiso echarse para atrás para cederle el paso al otro. Así que mandaron traer comida y cobijas y ahí se quedaron durante siete días, hasta que la policía los obligó a quitarse. De pena ajena, pero típico.