¿Desde cuándo el crimen, las estafas y la comedia situacional se mezclan de manera perfecta? El pasado abril Netflix estrenó una serie que sorprendió a muchos: Los cuentos de Nick, una sitcom que incluye un giro inesperado. Imagínense una versión familiar y más cómica de Russian Doll y White Collar, pero mejor.
La serie se centra en la vida de Nicole Franzelli, mejor conocida como Nick (Siena Agudong), una niña de 13 años que se presenta en la puerta de la familia Thompson argumentando ser una prima lejana que quedó huérfana después de un trágico accidente. En realidad, su padre está en la cárcel y ella necesita hacer todo lo posible para conseguir dinero y sacarlo de apuros. Nick se enfrenta con la terrible decisión de hacer una gran estafa para ayudar a su papá o quedarse con la familia Thompson, quienes rápidamente se encariñan con ella.
Los cuentos de Nick está llena de veteranos de Disney, Nickelodeon y Freeform. La estrella del show: Siena Agundong, a quien hemos visto en Alex y Yo y Star Falls, interpreta a Nick. Ella actúa junto a dos íconos de la televisión: Melissa Joan Hart (nuestra bruja favorita, Sabrina) y Sean Astin (Bob Newby, en Stranger Things) quienes interpretan a Liz y Ed Thompson respectivamente.
Lo interesante de esta serie es que las comedias situacionales no deberían de funcionar de la manera que Los cuentos de Nick lo hace, al menos en teoría. Al tener audiencia en vivo, los productores lograron cambiar el sistema de las sitcoms. Lo que sorprende es cómo lograron integrar tramas tan oscuras como la corrupción dentro de los orfanatos, violencia de pandillas, familias rotas por crimen y la venganza con las travesuras y hazañas cómicas de una familia normal y cualquiera. No debería de tener sentido o coherencia, pero lo tiene.
Esta serie de Netflix tuvo tanto éxito con su primera temporada que meses después sacaron la segunda, estrenada la semana pasada. Al tener previos ejemplos como Un día a la vez, Alexa y Katie y Fuller House, nos hemos dado cuenta que al servicio de streaming le encanta agregarle un giro oscuro y dramático a las comedias situacionales.