Cuando HBO avisó que la serie ganadora del Emmy: Big Little Lies tendría segunda temporada, no fue algo que les diera gusto a todos los fans. La primera había cerrado perfecto con uno de los episodios finales más impactantes de la televisión en mucho tiempo. El talento de David E. Kelley (creador) y la novela de Liane Moriarty en la que está basada la serie, se fusionaron en un drama femenino sutil y real. Al final se habían resuelto -al parecer- todos los cabos; el misterio se había desvanecido y las esposas de Monterey se habían unido de una manera genuina y entrañable. Pero la ovación de la crítica, los premios ganados y la respuesta del público los motivaron a indagar más en estos personajes y nosotros como espectadores les compramos la idea.
Y ¿funcionó? La respuesta es un gran sí. Detrás de su segunda temporada la dirección cambió de Jean-Marc Vallée -se encontraba filmando Sharp Objects- a Andrea Arnold (Fish Tank), directora de cine reconocida, pero de culto, ya que su estilo tiene una marca muy particular tanto en el detalle como en el montaje de sus proyectos. En sus primeros dos episodios estableció el tono, uno muy similar al de la anterior temporada. La estructura de thriller se cambió por un drama puro y puntual. La médula de la historia fue armándose a partir de las consecuencias. Al momento de verla inevitablemente pensaba: “¡claro, queríamos saber más de ellas!” En referencia a “las cinco de Monterrey”.
La serie tuvo nuevamente estupendas actuaciones: Nicole Kidman -quien seguramente estará recogiendo premios el siguiente año- Reese Witherspoon, Shailene Woodley y Zoë Kravitz; ésta última mostró una Bonnie completamente opuesta a la que conocíamos. La adición más interesante al elenco fue la de Meryl Streep, interpretando a la suegra de Celeste (Kidman): Mary Louise Wright. Una mujer dolida, que en busca del culpable de la muerte de su hijo Perry (Alexander Skarsgård), le hizo la vida de cuadritos a su nuera, al límite de llevarla a juicio, exigiendo la custodia de sus nietos. Es cierto que Streep no tiene nada que demostrarnos, pero su envidiable talento se comió al propio texto. La actriz le otorgó al personaje ademanes, muecas particulares y se puso una dentadura falsa para crear una similitud con Skarsgård.
Y no olvidemos a Laura Dern; una de las mejores actrices de su generación, cuyo posicionamiento actual es gracias a Renata Klein: un delicioso personaje que le sirvió como vehículo de lucimiento a la actriz, poniéndola al lado de las grandes. Ni más ni menos de lo que merece. Su personaje fue creciendo y se adueñó de las mejores líneas de la segunda temporada. Y es que había algo cómico y trágico en la caída económica de una de las mujeres más ricas de Monterey. Dern ha tenido todas las de ganar gracias a este papel.
El arco narrativo de la relación de Madeline (Witherspoon) que estuvo a punto de finalizar debido a la infidelidad de ella, cerró de una manera muy sensata cuando su esposo decide darle una nueva oportunidad, ya sin mentiras. Ed es un buen hombre y Adam Scott, el actor que lo interpreta, tuvo grandes momentos durante la temporada y lució más que en la primera. Pero, aun así, tanto su personaje como el de Nathan (la pareja de Bonnie) o Gordon Klein (el esposo de Renata) se sintieron eclipsados por lo demás personajes. Cierto es que son de apoyo, pero las líneas de ambos fueron contadas a lo largo de la historia.
La parte de la trama que en definitiva no funcionó fue el de la mística mamá de Bonnie y sus visiones del futuro. La duración de lo que le pasaba al personaje se extendió, fue repetitiva y a final de cuenta la tribulación y pena de Bonnie iba acabar por hacerla explotar, estando ella o no. Un punto importante es que la relación de estas dos mujeres y el maltrato que sufrió se encuentra en el libro, pero no fue explorado en la temporada pasada. La violencia que Bonnie padeció fue lo que la hizo reaccionar en aquella fiesta y ayudar a las chicas al filo de las escaleras.
Y ¿habrá más mentiras? Las cinco de Monterey terminaron por confesarlo todo en el departamento de policía. ¿Ese será su final? A nosotros nos parece perfecto y su creador, David E Kelley y HBO han dicho más de una vez que la historia cierra perfecto con la temporada dos, pero unas declaraciones de Nicole Kidman este fin de semana a una estación de radio estadounidense pueden cambiar el rumbo de la historia:
Yo haré lo que sea para que la tercera se haga realidad. Aún hay mucho por descubrir.
Lo cierto es que HBO anunció el episodio como “Final de temporada” y no como temporada final; el orden de las palabras en este caso cambia completamente el significado. En redes sociales las reacciones están divididas acerca de querer más episodios y, a pesar de la calidad mostrada, la serie esquiva de manera muy hábil, pero por muy poco espacio, la línea que la separa de ser una telenovela. No es por demeritar al género, nos encontramos con un producto muy distinto, que se caracterizó por ser un retrato femenino, oportuno y puntual acerca de la maternidad, el duelo y la violencia familiar. Una serie que a pesar de la parafernalia y las celebridades que están involucradas resultó ser un espejo y hay que saber cuándo acabar. Por lo pronto las mentiras se acaban, pero fue una gozada disfrutarlas.