11 años después, Andy (por fin) creció y llegó el momento de despedirse de sus muñecos, algo que nos rompió el corazón en cientos de cachitos. Obviamente en el inter y larga espera por la tercera entrega, Pixar mejoró su estilo de animación y logró hacer que el pelo de sus personajes se moviera con naturalidad para que no se viera como una simple plasta, además de las texturas eran más detalladas y coloridas y formas más orgánicas.
La versión adulta puede tomarse ciertas libertades ya que al entrar en la adolescencia puedes cambiar mucho. Sus rasgos faciales están más definidos, y prácticamente el rostro que le conocíamos desapareció. Sin embargo, hay un momento en que viajamos al pasado en forma de flashbacks y Andy de niño aparece; ahí sí podemos notar las diferencias, ya que su rostro es menos cuadrado, ya no tiene tan marcada la zona de su quijada; el tono de su piel es más orgánico y brillante e inclusive se ve un poquito más gordito, sin dejar de mencionar sus ojos más grandes. Aun así, conserva la esencia antigua. Digamos que es su versión mejorada.