En el primer episodio, Anthony Mackie y Yahya Abdul-Mateen II dejan atrás su personalidad de superhéroe del MCU y súper villano del DCEU, para encarnar a un par de roomies de la universidad que vuelven a encontrarse 11 años después para terminar jugando una versión online de Realidad virtual de Street Fighter, para la que eligen a los mismo personajes que utilizaban en su juventud: Roxette (Pom Klementieff) y Lance (Ludi Lin). En el juego, los amigos pueden experimentar el dolor de los golpes y muy pronto descubren que también el placer del sexo.
ACIERTOS
Tanto Mackie como Abdul-Mateen están excelentes en sus papeles como Danny y Carl, al igual que sus respectivos avatares dentro del juego. Aunque para la mayoría de los críticos y espectadores la temática del papel que puede jugar la tecnología en los roles de género resultó shoqueante, nosotros consideramos que es una excelente reflexión para poner sobre la mesa y muy de acuerdo al estilo de la serie que siempre nos ha presentado una visión futurista y apocalíptica de lo que puede pasar si permitimos que el mundo virtual tome control sobre nuestras vidas.
DESACIERTOS
En realidad, el problema de Striking Vipers es que no profundiza en el problema que plantea, sino que apenas roza la superficie de aspectos como la infidelidad cibernética, el juego de roles, la pornografía, la homosexualidad, la amistad masculina, el matrimonio y sobre todo, lo delgada que se ha vuelto la línea que separa lo real de lo virtual. En la más pura tradición narrativa de Black Mirror, esto hubiera sido contado a través de giros que fueran empeorando una situación o aumentando una incógnita. En su lugar, Striking Vipers nos presenta un solo arco narrativo lineal que termina por sentirse lento, repetitivo y excesivo para una duración de 60 minutos.