Ya enlistamos todas las cualidades por las que Fleabag nos demostró que nos podemos enamorar de un sacerdote, pero hace falta mencionar una de las más importantes: el Padre siempre está listo para una profunda charla... acompañada de ginebra.
Lo que más nos gusta de este Padre es que no intenta dar un buen ejemplo las veinticuatro horas, no es aquel típico religioso que no toma, no dice groserías, no bromea ni tampoco tiene malos pensamientos. En sí, 'Fleabag', retrata a un puñado de personas con defectos y virtudes, que podrían parecerles a muchos moralmente incorrectos. Justo ahí recae lo fascinante de esta serie: 'Fleabag' nunca esconde su verdadera ideantidad narrativa, no es cínica ni tiene miedo de demostrar lo jodido que puede estar alguien por dentro y, oh sorpresa...¡es totalmente normal!