Tras su exitoso estreno en España y la emotiva presentación en el Teatro Lumiere del Festival de Cannes, no cabe duda de que Dolor y gloria es una de las películas más importantes para Pedro Almodóvar. Tener una conversación posterior con él para desmenuzarla, para entenderla mejor, es un lujo que se dan pocas veces en la vida. El autor, quien aún no ha ganado la Palma de Oro y va por su quinto intento dentro de la Selección Oficial, se le nota feliz, relajado. Sabe (sabemos) que esta poderosa historia con tintes autobiográficos va más allá de un trofeo: Es ya parte esencial de su herencia como artista.
De una vez advierto que para las extensiones recomendadas del Internet este texto podría ser considerado largo. Pero, por otro lado, nadie llegaría hasta aquí si no le interesara escuchar del mismo autor las confesiones sobre las personas que han definido de su vida, como su madre, sus actores, sus amantes y hasta los curas, que le han dado tanto dolor como placer. Era un crimen cortar demasiado. A cambio les garantizo que aquellos que se adentren en sus palabras, encontrarán al humano causante de la presente genialidad. El mismo que ha hecho una de mis cintas favoritas del año. Incluso una de las favorita sobre su propia filmografía, ya de por sí apreciada por quien esto escribe.
Iniciemos como inicia Dolor y gloria, con un retrato de tu mamá...
Mi madre era parte de las mujeres que tuvieron que enfrentarse a la pobreza de la posguerra española. La posguerra española fue muy larga, duró por lo menos 25 años. Entonces realmente esa generación de mujeres consiguió sacar a todo el país adelante. Consiguió superar las precariedades, eran mujeres muy fuertes, con una capacidad para luchar absolutamente extraordinaria.
No vivíamos en una cueva pero vivíamos en una calle que ni siquiera se le podría llamar así.
Hay una gran parte de la película que pertenece a mi vida personal, pero no hay que tomársela literalmente, así de Pedro hizo esto e hizo el otro. Por ejemplo: Nunca viví en una cueva, pero sé de la situación de ser migrante. Nosotros éramos de La Mancha y migramos a Extremadura en una forma muy precaria. No vivíamos en una cueva pero vivíamos en una calle que ni siquiera se le podría llamar así. Había casas que realmente no eran casas, eran construcciones hechas con lodo. En las calles sobresalían los trozos de guijarro porque no estaban urbanizadas. Yo sentía que estaba viviendo en un western...
Los vecinos eran analfabetos. Mi madre les empezó a leer las cartas que les llegaban y luego yo se las escribía. Después me convirtieron en el maestro de los jóvenes que estaban trabajando en el campo. En la noche yo les enseñaba, como en la película, a sumar, restar, o sea, las cuatro reglas y a leer y escribir. Esto muestra la enorme iniciativa de mi madre para poder sobrevivir. Cuando pienso en eso es como si fuera una historia de Gabriel García Márquez, casi surreal.
A esa edad das tus primeros visos creativos pero también aceptas tus primeros impulsos sexuales. ¿Tiene que ver lo uno con lo otro?
Yo creo que la sexualidad influye en la vida de todo ser, es una parte esencial de todo humano, incluso de los curas, aunque el Papa siga creyendo que esa parte no les afecta (ríe). Yo creo que empecé a sentir impulsos de deseo hacia otro niños muy pronto, a la edad del niño de la película. A esa edad no te planteas ni siquiera cómo se llama eso, simplemente lo vives. Yo recuerdo haber vivido una gran historia de amor a los 10 años. Entonces no sé cómo me influyó, pero lo que sí es que desde el primer momento que fui consciente de mi sexualidad, aunque también durante la adolescencia tuve muchas experiencias heterosexuales y tuve un comportamiento bisexual, viví con toda la libertad que yo podía darme a mí mismo. El ambiente no me daba en la familia ni en el colegio ni mucho menos en el pequeño pueblo donde vivía, pero es bueno saber pronto contra qué cosas tienes que luchar. Entonces supe que la sexualidad, no la mía, la sexualidad en general, iba a ser algo contra lo que yo tenía que luchar en la España de los años 60 y 70.
En un ambiente tan controlado por la religión debió de haber sido sumamente difícil. Incluso en la película vemos cómo el pequeño Salvador se revela para que no lo metan al seminario...
Yo creo que me ayudó que desde muy pequeño me hice ateo. Recuerdo muy bien el momento, fue a los 11 años. Estaba en la escuela, estaba estudiando con los sacerdotes salesianos. Desde entonces era muy escéptico, pero como promovían tanto la idea del dios católico y todo eso, me acuerdo que dije: "Está bien, le daré una oportunidad a Dios". Cuando eres tan joven haces este tipo de cosas ridículas y le dije mientras oraba: “Dios, te doy un año para que te manifiestes y después vemos…” Porque es muy buena idea, el catoliscismo es muy buena idea, es un gran apoyo. Mi padre era muy católico y con mi hermana veo cómo necesita esa relación con la religión y cómo le ayuda. Creo que después me di cuenta que estaba solo, no había un Dios arriba de mí. Era mejor sentirse fuerte para pelear por todo lo que estaba viviendo, aún en la escuela. Hacer las cosas por mi mismo, y eso fue lo que hice...
Ya adulto, tu protagonista reflexiona sobre la vida en paralelo a la aparición de sus achaques –presentado en una de las secuencias más bellas de la película–. Por un momento se olvida de esa pesadez con la bebida, la droga e incluso con los reencuentros de personas importantes de su vida. Pero después de eso, vuelve a torturarse con su propia historia...
(PUEDES OIR UN EXTRACTO DEL DIÁLOGO AQUÍ)
La condición física es muy importante para un director, tienes que entrenar como si fuera un deportista. El rodaje es algo sumamente físico. Yo me sentía igual que él antes de filmar Julieta, pues había tenido una cirugía de espalda y no estaba seguro que podría enfrentar físicamente lo que un rodaje significa. Pero lo que quería decir en la película es que, su verdadera dependencia es el cine. Aunque eventualmente tome heroína, su verdadera dependencia y sin la cual no puede seguir viviendo es el hacer películas. La simple idea de no hacer una película nueva hace que la vida pierda todo sentido para él. Entonces, la solución es estar haciendo películas.
Estoy asustado de que llegue un día en el que no encuentre la idea o el guión que realmente me llene, que realmente me apasione.
El problema es que si eres un poco autocrítico, no todas las películas te sirven. Entonces el otro problema es el estar suficientemente inspirado. En mi caso, el miedo que tengo es sentir la pasión que hasta ahora he sentido por cada una de las historias que he contado. Este es realmente el tema que me persigue, porque TIENES que hacer una película aún cuando resulte ser buena o mala. Yo necesito ese sentimiento, es lo que me hace y me impulsa a tomar la decisión. Estoy asustado de que llegue un día en el que no encuentre la idea o el guión que realmente me llene, que realmente me apasione. Porque en mi caso, es una necesidad hacerla.
¿Es por eso que tenías que escribir esta historia en este momento particular de tu vida?
No sé exactamente por qué. Empecé a escribir un cuento corto sobre mi relación con algunos actores sólo por diversión. Era mucho más cruel que lo que es en la película. En mi computadora tengo muchos cuentos cortos que algunas veces ahí se quedan y otras se convierten en parte de mis siguientes películas. Después de varias semanas, cuando volví a leer aquel cuento corto, me di cuenta que quería seguir escribiéndolo hasta que me percaté que estaba hablando de mí. Cuando me sobrepuse a ese sentimiento ya tenía una distancia con el material y me enfoqué en lo que se siente ser yo mismo. Dudé, me pregunté si estaba listo para tomar el lugar del protagonista. Fue excepcional, estaba extremadamente conmovido y me acuerdo que estaba llorando al mismo tiempo que escribía, pero no sé porqué tomé esa decisión realmente. Supongo que lo necesitaba, porque cuando empecé a escribir no me estaba sintiendo bien, estaba padeciendo de la espalda.
Ahora sé que me sentó muy bien hacer esta película. En este caso ha sido terapéutico y me alegro por eso, pero creo que cuando uno escribe debe de haber dentro de uno mismo una especie de revolución que dé lugar al guión. Uno no hace películas en plan terapéutico, ni tampoco lo aconsejo, pero en este caso ha sido una película altamente terapéutica.
Perdona que lo ponga así Pedro, pero ¿tiene que ver que estés acercándote a cumplir 70 años...?
No era consciente al momento de hacerlo, pero evidentemente es una película que habla del paso del tiempo, habla de tres periodos muy concretos de mi vida: En los años 60, los años de la Movida y la actualidad, cerca de cumplir los 70 años. Aquí el agua es una metáfora del tiempo. Hay mucha agua en esta película mientras se cortan los recuerdos que nos llevan de una época a otra, entonces sí creo que esta película no pude haberla hecho hace 10 años que sí que tiene que ver con mi edad actual.
Creo que con Penélope me hago heterosexual, aunque ella no piense lo mismo.
¿Por qué Antonio Banderas era quien tenía que intepretar a Salvado Mallo? O más bien, quien tenía que interpretarte.
Cuando estaba escribiendo los personajes no tenían caras. Cuando terminé el guión, Penélope Cruz me vino a la mente inmediatamente, porque tenía la edad y también quería estar rodeado de personas familiares. Como también es muy autobiográfica, la casa es la casa donde yo vivo, las pinturas que yo tengo, parte de los muebles son míos y en este caso Antonio vino como el actor más legítimo para interpretar mi personaje. Hice una lista de unos tres candidatos, no te diré quienes son los otros dos o tres, pero él era mi primera opción aunque tenía que hablar con él antes. Primero le mandé el guión e inmediatamente me respondió que le había encantado y que absolutamente quería hacerlo, pero mi única inquietud era que quería un tipo de Antonio Banderas que no había tenido antes, incluso por la edad. También quería cierto gesto, no quería este tipo de bravura que Antonio ha mostrado en todas las películas épicas que ha hecho. Él me dijo: "Sé lo importante que es para ti esta película". Claro, el sabía mejor que nadie de qué trataba porqué él ha estado muy presente en mi vida, incluso cuando vivía en Hollywood teníamos una buena relación. Él sabía todo, él sabía desde el principio que lo necesitaba de una forma diferente. Me dijo que él se ponía en mis manos. Eso era lo que necesitaba.
¿No se sorpdendieron de conocer algunas cosas tuyas cuando leyeron el guión?
Yo creo que la película también alude a otras películas que he hecho. Por ejemplo, la escena en la que el niño hace la audición para cantar podría pertencer a La mala educación. Quiero decir que el cine que he hecho antes está presente en la propia película. Para mi ésta cierra una especie de trilogía que se compone con La ley del deseo y La mala educación. Pero es verdad que cuando recibieron el guión vieron que era algo diferente, que por primera vez escribí tan directamente sobre mí como nunca lo había hecho. Como lo dije antes, soy muy modesto, incluso con mis amigos, no hablo de mis intimidades. Pero es real y me sorpendí de que lo entendieran. Que Penélope no me preguntara, porque claro, quizá tenía ganas de hacerlo, por ejemplo, saber si me había metido heroina antes o muchas cosas como esas –aquí te digo que no–. Ella es tan respetuosa que nunca me preguntaría algo así, ni si en algún momento me sentí tan deprimido como el personaje de Antonio –y la respuesta es que sí–. Con Penelope tengo una gran relación, realmente me gusta como mujer. Creo que con Penélope me hago heterosexual, aunque ella no piense lo mismo (suelta una carcajada). Ella piensa en mí como una madre. Se preocupa por mí, por mi salud, por mis problemas, me cuida. Pero ella no preguntó nada.
Y es que además están tus propias historias de amor. De una recién confesaste que, lamentablemente, tú no tuviste una reconciliación como la que presentas aquí...
Es verdad que yo espero que no haya sido el único ser humano que haya tenido que renunciar a un amor cuando todavía está vivo. Pero sí es cierto que parte de ese monologo me inspiré en mi propia vida. Y es verdad que la historia duró como tres años, muy dolorosa, pero no renuncio a ninguno de esos tres años. Volvería a hacerlo y volvería a vivirlo de nuevo y le aconsejaría a los jóvenes que se involucren en una historia de amor dolorosa que merece la pena vivirla y recordarla y que va a ser parte de ellos. Porque uno se educa a través de ese tipo de experiencias.
Aconsejaría a los jóvenes que se involucren en una historia de amor dolorosa.
Pero cómo lidiar con aquellos círculos que después no se pueden cerrar...
Todos seguimos viviendo con temas que no hemos terminado. Es parte del proceso de vivir. El ser humano no es un animal perfecto. Entonces vale la pena aceptar que nos vamos a dar muchos problemas los unos a los otros. Es parte de la vida...
Lamentablemente el tiempo voló y concluimos la conversación con un fuerte apretón de manos. ¡Qué pena! Me la hubiera seguido por horas. Almodóvar era la última entrevista de una corta lista que quería realizar a mis héroes cinematográficos. El deseo se cumplió y, tengo que decirlo, valió totalmente la pena. Mucho más al dialogar sobre una cinta tan personal, tan profunda y de la cual da pie a hablar también de su vida. Estoy seguro que estaremos hablando mucho de Dolor y gloria en la próxima época de premiaciones...
Dolor y gloria se estrena en México el 4 de julio de 2019.