Los ingredientes que hicieron grande a 'Game of Thrones' fueron una trama rica en intrigas y giros que nos contaba paso a paso el viaje de sus personajes bidimensionales y complejos. En la octava temporada, mucha de la trama transcurrió fuera de cámara, lo que nos dejó sin conocer los detalles de los acontecimientos y las motivaciones de los involucrados.
'Game of Thrones' siempre se caracterizó por que cada giro era el punto de partida para que se desencadenaran otra serie de sucesos que mantuvieran a la trama desarrollándose. En la temporada final, muchos momentos aparentemente climáticos se quedaron en la nada, como el caballo blanco que Arya (Maisie Williams) utiliza para salir de King’s Landing o incluso, el hecho de que estando tan cerca de Cersei (Lena Headey), uno de sus objetivos más deseados, haya decidido al último momento dar la vuelta en vez de seguir hasta asesinarla. Si se fijan, en realidad Arya no hizo nada más que correr ensangrentada durante los últimos dos episodios.